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CUMPLIENDO UNA PROMESA

4 octubre 2019 Publicado por Noticias, Testimonios 0 comentarios sobre “CUMPLIENDO UNA PROMESA”

Me gustaría que mi testimonio sirviera para “dar un empujón” a esas personas que, como me ocurrió a mí, alguna vez han pensado en hacer un viaje distinto a los que hacemos habitualmente. Un viaje impulsado por una vocecita que suena en nuestro interior señalando que para vivir tenemos que dar un salto que nos saque de nuestra zona de confort,  con su componente de aventura, llevando con nosotros un granito de arena que junto al de otros se convertirá finalmente en una gran montaña.

Hace siete años, mi vocecita fue despertada por mi tía. En una de las presentaciones donde explicaba llena de entusiasmo los detalles, las vivencias y las experiencias que le aportaba el proyecto oftalmológico que desarrolla en Turkana (Kenia), me hizo ver que yo también podía hacer algo similar, que solo era cuestión de ilusión y dedicación.

Preguntando donde había hueco y donde podrían ser más útiles mis habilidades, me hablaron sobre las misiones de Etiopía y los colegios que tenían montados. Siete años después, puedo decir que me gustó la idea.

En siete años he visto cómo crecen los niños, cómo progresan las mujeres, cómo colaboran los hombres, cómo los arboles dan su fruto… En definitiva, he tenido el privilegio de ver cómo la comunidad se ha ido desarrollando.

Me hace mucha ilusión contar que después de ese tiempo hemos conseguido asentar un grupo de jóvenes en España que nos unimos mensualmente para compartir ideas y poner en marcha proyectos. A pesar de tener nuestros trabajos, estudios, a pesar del ajetreo de nuestras vidas, hacemos tiempo para reunirnos y sacar planes adelante. Es muy gratificante ver cómo incluso gente que no ha estado en Etiopía colabora desde aquí con la comunidad y se une a la causa. Porque no hace falta ir hasta allí para ayudar. Desde tu casa puedes colaborar haciendo tu aportación o ayudándonos a montar mercadillos, financiar proyectos y conseguir donaciones. Lo bonito de este viaje es el sentimiento de comunidad y el recibimiento que nos dispensan.

Hace 7 años, sentada en el porche de la casa de voluntarios de Andode, me hice la promesa de que volvería cada año y haría de esta comunidad mi familia y su casa mi casa. Solo he faltado un año, pero creo que puedo decir que estoy cumpliendo con mi promesa, viviendo cada año como si fuese el primero. Con las mismas ganas e ilusión.

Agradezco a las misioneras y a la comunidad haberme dado la oportunidad de acompañarlas y de haberme hecho crecer como persona porque os puedo asegurar que hay cosas muchas, y muy importantes, que no se aprenden en el colegio, en la universidad o en el trabajo. Lecciones muy importantes en mi vida que sólo he aprendido allí.

A vosotros quiero deciros que da igual tu edad, tu trabajo, tu estatus, el país en el que vivas… Si te apetece, ¡VENTE!

¡¡GRACIAS, AMMASAGUENALEHU¡¡

María García Izquierdo

Voluntaria

 

Mas info – admin@mcspa.org

Mi Experiencia en Malawi

25 septiembre 2019 Publicado por Testimonios 0 comentarios sobre “Mi Experiencia en Malawi”

Mi nombre es Caroline Auer, tengo 27 años y soy de Farchant, un pequeño pueblo en el sur de Alemania. Soy educadora y pedagoga religiosa. Trabajo como asistente pastoral y profesora de religión en dos conjuntos parroquiales en la Arquidiócesis de Múnich y Freising. Después de mis estudios y mi primer año de trabajo, quería volver a viajar al extranjero por un período extendido para conocer una nueva cultura y el trabajo pastoral en otro país. Tuve la oportunidad de vivir casi tres meses en la comunidad misionera de San Pablo Apóstol en la parroquia de Benga, en Malawi, y formar parte de la comunidad. Compartir la vida cotidiana y la fe, aprender a entender y a amar el trabajo pastoral en las comunidades, así como una nueva cultura. Un tiempo enriquecedor y valioso que seguirá siendo inolvidable para mí.

Comenzar el día juntos con la misa y terminarlo con la oración de la tarde en la iglesia, las vísperas, así como el trabajo común diario me integraron en la comunidad misionera. Más aún, la gente local se convirtió en mi familia, me sentía a salvo y como en casa.

Durante dos semanas trabajé en la guardería y en la escuela, ubicados en el terreno de la Misión mismo. Estoy impresionada de cómo los profesores educan y enseñan a los muchos estudiantes usando los materiales más básicos. La educación es la clave para una buena vida. Me alegra especialmente que la Misión se encargue de escuelas, posibilitando así un buen futuro a los niños y jóvenes.

Las celebraciones de la misa en los pueblos me impresionaron una y otra vez. Ahí podía sentir el enraizamiento profundo de la gente en la oración y la fe. A través del baile, la música y el canto, la misa se convierte allí en una celebración visible y tangible de la fe.

Algunas veces se me permitió visitar a los ancianos y enfermos en los pueblos. Cada mes distribuíamos alimentos básicos, llevábamos la Sagrada Comunión a quienes lo deseaban y rezábamos con ellos. Estas visitas eran regalos para mí. Era conmovedor ver a la gente regocijándose y agradeciendo la visita de Brian. A pesar de las simples circunstancias de la vida, ver esa alegría en los rostros de la gente siempre me motivaba a reflexionar sobre mi trabajo pastoral y la vida en Alemania. Estar allí para las personas, simplemente estar presente, escuchar y sonreírles a menudo vale más que las palabras.

Quiero llevarme eso para mi futuro trabajo como empleada de la iglesia: no esconderme detrás del escritorio, desarrollando conceptos y pasando la mayor parte de mi tiempo en la oficina. No quiero eso, sino quiero, como en Malawi, salir al encuentro de la gente, estar rodeada y a disposición de las personas.

Fue una experiencia bastante nueva pero especial para mí cuando construimos una casa para una anciana enferma. Traer ladrillos y agua, excavar el suelo para los cimientos y ver cómo se construye una casa, sin máquinas modernas, sino tan solo con trabajo manual. Ver la cara feliz de Belita, inaugurar su casa con una pequeña ceremonia de bendición y darle un hogar fue para mí uno de los mejores regalos de este período.

Tuve la oportunidad de aprender mucho del Padre Manuel, del Padre Fernando, del Padre Steven y Brian, que son tan apasionados con su profesión, con su vocación. Acompañarlos durante estos meses e intercambiar impresiones con ellos enriqueció mi tiempo en Malawi.

Recomendaría una estadía en la misión de Benga para cualquiera que tenga la oportunidad de ir por un cierto período de tiempo, aunque sea solo durante una o dos semanas. No se trata de cambiar ni mejorar Malawi, el sistema de una escuela o el trabajo pastoral. Al contrario, creo que todos podemos aprender de la gente de Malawi y hacer la experiencia de este intercambio mutuo, compartiendo unos con otros la vida comunitaria y nuestra fe. Se me permitió hacerlo y estoy muy agradecida por esta experiencia enriquecedora.

He encontrado un hogar allí y llevo este hogar, los encuentros y todas las personas en mi corazón y siempre serán parte de mi vida.

Sé que estoy conectada con la gente de la comunidad y de los pueblos de Malawi también a través de los continentes por medio de nuestra fe y nuestra oración.

Quisiera agradecer de todo corazón al Padre Manuel, al Padre Fernando, al Padre Steven, a Brian a todos los residentes de la Misión, así como a toda la gente de Malawi que me ha acogido tan calurosamente en su país, por este tiempo de formación.

Qué el Espíritu de Dios obre en todos los proyectos y qué la bendición de Dios esté con todos.

Caroline Auer

TESTIMONIO DE EMILIANO HERNÁNDEZ URRUTIA –

28 febrero 2019 Publicado por Noticias, Testimonios 0 comentarios sobre “TESTIMONIO DE EMILIANO HERNÁNDEZ URRUTIA –”

Queridos amigos y benefactores;

Voy a intentar resumiros mi historia, apenas unas palabras que no pueden expresar todo lo vivido, pero que espero os ayuden a acercaros conmigo a este trocito de Africa donde nuestra ayuda es tan necesaria.

2009: MI PRIMER VERANO EN TURKANA.

Empecé este proyecto como un joven estudiante, hace 10 años, cuando fui por primera vez a Turkana invitado por los misioneros de la MCSPA.

Ese verano marcó mi destino y descubrí mi vocación de enfermero.

Unido a otros jóvenes, “los jóvenes Lobur”, empezamos este proyecto.

Lo que empezamos unos pocos jóvenes un verano del 2009, con un presupuesto de apenas 1500€ para comprar medicinas básicas y administrarlas desde los centros materno-infantiles de la Comunidad Misionera de San Pablo Apóstol, con el tiempo ha evolucionado hacia un proyecto de salud de referencia en esta zona remota de Turkana.

Echando la vista atrás, me emociona ver que pese a las dificultades que podéis imaginar, los Turkana siguen su camino adelante, progresan poco a poco, aunque en nuestra cultura y sentido de la eficiencia a veces nos desesperamos.

2012: GRAN DECISIÓN, SOMOS ENFERMEROS. ¡NOS VAMOS A TURKANA!

Como os contaba, ese verano del 2009 fue la semilla para tomar una gran decisión años más tarde con mi mujer Teresa, entonces mi novia.

En el 2012 decidimos pasar un año y medio en Turkana como enfermeros recién licenciados e impulsar la clínica móvil, aunque en los comienzos era una moto-móvil la que nos transportaba a los poblados, pero no tardamos mucho en recibir vuestro apoyo y nos donaron el coche para ser formalmente una Clínica móvil.

Muchos son los cambios acontecidos, como sabéis los que nos seguís a través de los boletines.

Otros jóvenes enfermeros nos han relevado, hasta que volvimos en el 2018 a vivir otro año Teresa y yo con nuestro hijo de un año, José. Mientras con el grupo de jóvenes Lobur y otros profesionales desde España hemos ayudado a que la Clínica se consolide y crezca.

2018: VOLVEMOS TERESA Y YO CON NUESTRO HIJO JOSÉ

Este año 2018, ha sido un reencuentro con Turkana y con la clínica móvil que se ha consolidado en un proyecto de salud más amplio, con nuevos retos, logros y dificultades.

Hemos vuelto desde un momento vital distinto, ya no somos esos jóvenes soñadores abriendo el camino con una vieja moto, esta vez lo hemos vivido desde una experiencia familiar, dejando nuestras seguridades en España y adaptándonos a una nueva Turkana, pues son muchos los cambios acontecidos desde nuestros comienzos en el 2012.

Cambios que quizás a ojos de los que estáis en España no son perceptibles o tampoco son apreciables por muchos Turkana que luchan cada día por su supervivencia.

A pesar de ser una asistencia a la salud en una inmensa zona donde no hay apenas nada, a pesar de todas las trabas burocráticas con el gobierno que hay que salvar y todos los peros y dificultades, creo que esta semilla que plantamos juntos en el 2012 ya da sus frutos, frutos que crecerán con nuestra perseverancia y unión, para lograr que, en uno de los lugares más olvidados del planeta, los Turkana tengan algún día la asistencia básica que cualquier ser humano necesita.

NOTICIAS DE ESTE AÑO.

Esta zona de Kenya está empezando a tener más personal y medios en sus dispensarios.

Los MOH, jefe médico de cada condado, controla un presupuesto adscrito a su zona y en gran medida lo implementan bien.

Como podéis imaginar es una mejoría y es esperanzador que se hagan presentes, pero queda mucho que hacer y Turkana sigue siendo un lugar muy aislado y de una pobreza y hambruna que no podemos ignorar.Estamos trabajando para integrarnos en el programa de salud del gobierno y que algún día nuestra labor quede en manos de los locales.

A pesar de todas las dificultades no olvidamos que lo que empezamos Teresa y yo con los años ya es un programa de salud con un equipo de dos españoles y dos kenianos y asistentes y empleados Turkana, algo que en el 2012 ni imaginábamos.

LA EMERGENCY ROOM EN LA MISION, ¡UNA MARAVILLA!

Este año por los avatares y dificultades del clima, tres meses de lluvia que hacían inaccesibles los caminos y por la acción del gobierno, hemos estado trabajando mas desde la Emergency room.

Sé que ha sido un quebradero de cabeza y sobretodo un esfuerzo económico, pero ¡qué bien se trabaja, qué cambio, qué orden y sobretodo qué nivel de atención más bueno!

En la Emergency Room, o “futuro dispensario”, no hemos parado de atender emergencias, muchas de ellas bastante graves, otras llenas de vida, pues todos los partos de la zona y ecografías suceden aquí, ¡¡¡que maravilla!!

También hay que destacar el conocido caso de Asibitar, una bebé con cáncer que ha recibido una asistencia especial, que vive gracias al nunca desmedido esfuerzo de los benefactores y de nuestro equipo, especialmente Teresa Y Josephine.

De nuevo somos la referencia en la zona igual que lo fuimos con la clínica móvil, seguimos abriendo pequeños caminos para el futuro de la salud en Turkana.

NUEVO LABORATORIO EN LA EMERGENCY

Gracias al apoyo de la universidad de Alcalá de Henares y su programa de Cooperación, hemos recibido a Cristina, especializada en microbiología y parasitología que, con Martín, también enfermero de nuestra clínica móvil en el pasado, han montado este laboratorio.

Seguimos en contacto con la Universidad para continuar con esta labor, donde para empezar en su primera estancia, Martin y Cristina han detectado un tipo de malaria que no consideraban en la zona.

¡HASTA SIEMPRE!

Ha llegado el final de nuestra estancia en Turkana y hemos pasado el testigo de nuevo por unos meses a Paula, también enfermera de la Clínica en el pasado y repetidora estos meses de transición.

Muy pronto Paula nos mandará noticias y nos presentará a Iona, médico de Tenerife que viene un año a trabajar a la Clínica y ahora también Emergency room.

Hasta aquí os puedo contar.

Seguiremos apoyando desde donde estemos este precioso proyecto que crece con nosotros y que da esperanza a aquellos que como Asibitar sobrevive a su enfermedad, proyecto que da consuelo a madres que recorren kilómetros con un hijo moribundo, da Paz a aquellos que están muriendo en nuestras manos y donde nuestra asistencia es siempre alivio para los que sufren.

Mi mujer Teresa, mi hijo José y yo ahora tomamos otro camino, volvemos a España llevando a Turkana siempre en el corazón.

Volvemos profundamente agradecidos a los Misioneros, amigos con los que hemos aprendido tantas cosas y seguiremos aprendiendo y creciendo con ese espíritu tan fuerte que entrega la vida a los demás, a nuestros compañeros-as, con quienes hemos creado una unión más allá de la profesional, a Mamen por su paciencia, a nuestra familia turkanera, los “Jóvenes Lobur”

y a vosotros queridos benefactores que lo hacéis posible.

EMILIANO HERNANDEZ URRUTIA

Testimonio de Marta Guzman Perez

7 noviembre 2018 Publicado por Testimonios 0 comentarios sobre “Testimonio de Marta Guzman Perez”

Una experiencia humana inolvidable. Así describimos cómo ha sido nuestro viaje a Kenia un grupo de diez estudiantes de la Región de Murcia, al sureste de España.

Todo comenzó a raíz del interés que algunos de nosotros teníamos por hacer algún tipo de voluntariado en África. Fue ya hace un par de años cuando acudí con mi padre a una cena benéfica en Murcia. En esta, el padre Fernando, junto a algunas chicas que habían vivido la experiencia del voluntariado en Malawi y Kenia, nos explicaron todos los proyectos que se estaban llevando a cabo y cómo era la vida allí.

Recuerdo las imágenes de trabajadores construyendo una presa en Turkana, la zona más árida de Kenia. Y es que el noroeste de Kenia ha sufrido importantes sequías durante los últimos años, llegando a registrar una cuantía de precipitaciones inferior a 200cc en un año. Algo tan esencial como es el agua, un bien básico para la vida, se está trabajando día tras día en estas zonas para poder disponer de ella. La Comunidad Misionera de San Pablo Apóstol promueve la creación y desarrollo de recursos acuíferos sostenibles y accesibles. Además, lleva a cabo proyectos de nutrición, salud y educación, acercándose, no sin un enorme esfuerzo diario, a una absoluta transformación social en Turkana.

Esta asombrosa ambición y lucha por el cambio, la he podido ver junto a mis compañeros estos 25 días en Kenia. La labor social que está realizando el padre Andrew en la Misión de Todonyang es inmensa. Me atrevería a decir, que es una persona plenamente consciente de que el cambio real de un pueblo se encuentra en la educación. En cada misa y en cada aula se invitaba a la reflexión. Se abordaban temas como la paz, tan necesaria en este lugar fronterizo en el que el conflicto entre la tribu turkana (Kenia) y la tribu marile (Etiopía) sigue vigente tras años de enfrentamientos a los que el gobierno keniano hace oídos sordos. También se hablaba de valores éticos como la generosidad, el respeto, la amabilidad, el amor.

Nos llamó mucho la atención el hincapié que hacía el padre Andrew en las cinco “palabras mágicas”: gracias, perdón, por favor, bienvenido y lo siento. Además, al hablar nosotros con los niños, pudimos apreciar lo sumamente agradecidos que están de recibir una educación y la motivación que tienen para estudiar en un futuro cercano en la universidad.

Por otro lado, a la vez que me alegraba al ver cómo las futuras generaciones tenían deseos de continuar sus estudios, me frustraba el hecho de saber que no sería viable económicamente para muchas de sus familias. Algunos tenían familias pobres, otros desestructuradas, otros eran huérfanos…y a día de hoy necesitan colaboración económica para poder acceder a la escuela de Nuestra Señora de la Paz, en Todonyang.

También visitamos otros centros educativos en Kapedor, Kokuselei, Kare-Edome y Nayanae-Kabaran. Allí los niños recibían tres comidas diarias y un vaso de leche a la semana. Además, la Misión de Todonyang, de la cual dependen estos cuatro centros, dispone de una clínica móvil que acudía una vez a la semana para atender a las personas enfermas de cada poblado, tras la celebración de la misa oficiada por el padre Andrew.

Siete de los diez componentes del grupo que fuimos, somos estudiantes de Medicina, algunos ya acabando la carrera. Por ello, decidimos que ayudar en el ámbito sanitario sería lo que mejor podríamos hacer. Nuestro papel allí, mayoritariamente, fue la renovación del dispensario médico que tenía la Misión de Todonyang. Nos encargamos de desembalar numerosas cajas que estaban almacenadas con decenas de medicamentos y nos dedicamos a clasificarlos según su función (antibióticos, corticoides, antimaláricos…). También tradujimos los prospectos médicos del español al inglés, pues voluntarios que habían ido con anterioridad llevaron medicamentos sin caer en la cuenta de que el enfermero y el auxiliar presentes en la Misión no serían capaces de entender lo que ponía en ellos. A su vez, resumimos las indicaciones terapéuticas que tenían, las contraindicaciones, las dosis que se debían administrar en cada caso, etc…

De esta forma, también nos dimos cuenta de que la sanidad es otro aspecto a mejorar en este territorio, y en el cual la MCSPA también trabaja y lleva a cabo proyectos. La clínica móvil es una muy buena iniciativa, además de proyectos oftalmológicos que ha habido en Turkana, y la educación sanitaria activa de profesionales de la salud como es el caso de una misionera española que conocimos en Kokuselei, Cecilia, pues ayuda a que la atención a la población sea lo mejor posible.

Son tantos los aspectos en los que trabaja la Comunidad Misionera de San Pablo Apóstol, tantas las necesidades que tiene Turkana y sus habitantes y tantas las personas que pueden ayudar a que la transformación sea real, que nosotros como grupo nos comprometemos a hablar sobre la realidad que existe en Turkana, un pueblo pobre económicamente pero rico en personas valientes, agradecidas, alegres y llenas de vitalidad. Queremos dar las gracias especialmente a Andrew y Cosmus (seminarista de la Misión), que han estado con nosotros en todo momento, y cuya alegría y optimismo, a pesar de la falta de medios, hacen posible que se de un nuevo paso cada día. También queremos agradecerle a Josephine, misionera en Todonyang, que haya compartido sus experiencias e historias que nos han acercado aún más al entendimiento de la realidad que existe en el país africano. Por nuestra parte, ya habiendo pasado un tiempo y aun estando lejos, no vamos a olvidar nunca lo que hemos vivido y visto allí, a las personas que hemos tenido la suerte de conocer, a los niños, que nos han enseñado tanto sin si quiera saberlo, a los que han compartido con nosotros sus historias, su tiempo, sus formas de ver la vida, y a los que han encendido en nosotros el espíritu solidario. Contad con nosotros para lo que haga falta.
Asante sana por tanto.
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Quería compartir este artículo que he escrito para un periódico de allí para que las personas cercanas de mi entorno conozcáis la realidad que existe en la zona de Kenia en la que he estado este verano. Para que sepáis de primera mano que somos unos auténticos afortunados. Ojalá todos tuviésemos cubiertas unas necesidades básicas para una vida digna, pero desgraciadamente no es así. Ni nosotros ni ellos tuvimos la elección de nacer en un sitio u otro del mapa. Pero sí tenemos la elección de mirar para otro lado (es lo fácil) o no hacerlo. Tenemos la capacidad de elegir sentirnos hermanos de ellos. Porque, al final, eso es lo que sentía cuando miraba a los ojos a personas tan absolutamente distintas a mí físicamente, con largos collares de colores, un saludo peculiar, un dialecto tan autóctono, con pelos tintados de cera, numerosos abalorios y una sonrisa incomparable. Qué distintos y a la vez qué iguales somos todos.

Ayudemos a los que no tuvieron la misma suerte. A los que no saben más allá de una vida sencilla, basada en la ganadería o la pesca. Ayudemos a esos niños que gracias a esta Fundación tienen la posibilidad de estudiar y formarse académica y personalmente. Sus padres no vivieron eso…muchos no saben más que el dialecto turkana, hacer casas con paja y ramas de árboles, llevar al ganado y pensar qué cocinar cada día. Era todo tan arcaico que costaba entender cómo la globalización no ha llegado a determinados puntos del mundo. Impactaba ver cómo con tan poco eran tan felices y más aún pensar cómo aquí tenemos tanto y a menudo, hay tanta gente infeliz…Aprendamos de ellos, pero también, ayudémosles a que tengan las herramientas para crecer como país, como sociedad, como personas. Todos nosotros somos personas individuales que poco podemos hacer desde aquí a nivel de actuación. Eso pensé yo y eso me frustraba estando allí. Luego pensé que soy una persona individual, sí, que poco puedo hacer, pero que quizás compartiendo mi experiencia y contando lo que he visto con mis propios ojos podría transmitir una mínima parte de cómo es la vida allí. Os animo a colaborar con todos los proyectos que lleva a cabo la Comunidad Misionera San Pablo Apóstol, que tan buena labor social y humana hace día tras día, formada por personas que se han entregado al 100% a la vida humanitaria. En las noticias sólo se habla de asesinatos, violaciones o corrupción…ojalá se le diera voz a la parte del mundo con buenas intenciones, acciones y a aquellos que escogen el camino más difícil pero en mi opinión, el más digno de admirar.

Os dejo un enlace donde podréis hacer donaciones para llevar a cabo proyectos en educación, sanidad y nutrición. Es una campaña puesta en marcha por otra chica que fue a la misma misión que nosotros y que también comparte su experiencia allí.

¡Juntos somos más! Os dejo un proverbio africano que me encanta: “Si quieres llegar deprisa ve solo, si quieres llegar lejos, ve acompañado”.

ASANTE SANA, MUCHAS GRACIAS.

COOPERACION DE INGENIEROS CIVILES EN NYANGATOM

17 agosto 2018 Publicado por Noticias, Testimonios 0 comentarios sobre “COOPERACION DE INGENIEROS CIVILES EN NYANGATOM”

Somos un equipo de Ingenieros Civiles de la Universidad Politécnica de Madrid, coordinado por nuestro profesor Claudio Olalla, en colaboración con los Padres Ángel Valdivia y David Escrich de la Comunidad Misionera de San Pablo Apostol (MCSPA). Nuestro objetivo es realizar estudios para diferentes proyectos académicos destinados a mejorar la movilidad y los recursos hídricos para los nyangatom, pueblo ganadero del sudoeste de Etiopía. En años anteriores, varios otros estudiantes también han venido a Nyangatom para realizar sendos proyectos de fin de grado de ingeniería civil.

¡Para nosotros está resultando ser una experiencia emocionante y de aprendizaje! Primero, después de aproximadamente una semana de adaptación al clima cálido y seco, a los insectos y a las carreteras llenas de baches, estábamos listos para interactuar con la comunidad local. Luego tuvimos reuniones con las autoridades locales y después de una importante reunión con el consejo de ancianos de Kakuta, donde expresaron sus principales necesidades. En la reunión quedó claro que las infraestructuras de agua son la prioridad número uno para ellos y que podría mejorar el estilo de vida Nyangatom. En tercer lugar, hemos estado inspeccionando diferentes lugares que nos mostraron los habitantes locales, y como se puede ver en las fotos, tenemos varios lugares idóneos para la realización de una presa de mampostería y de una balsa.

Durante estos últimos cinco años de presencia en Nyangatom, los misioneros de la MCSPA han realizado un gran esfuerzo perforando pozos para proporcionar agua potable a la mayoría de las aldeas Nyangatom en la frontera con Kenia. El siguiente paso a dar, tal como lo expresaron los ancianos nyangatom, sería construir infraestructuras para recolectar agua de lluvia.

Esta es la razón por la cual nuestros proyectos se enfocarán en el diseño de una balsa y dos presas, que podrían proporcionar una cantidad importante de agua a la comunidad y sus animales; y un camino a Naita (Sudán del Sur) que podría ayudar a la movilidad de las personas, especialmente durante las migraciones. Este camino que conecta la misión de Naturomoe con Naita, podría proporcionar más accesibilidad a los servicios y hacer que los desplazamientos sean más seguro y más rápido.

Esperamos y rezamos para que nuestros esfuerzos se unan a los de los misioneros y a la comunidad Nyangatom, y así realizar buenos proyectos académicos que, con la ayuda de amigos y colaboradores, puedan algún día hacerse realidad.

Carlos Rueda Bueno

Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos

UPM

Aterrizar Y Enamorarte del Lugar, Turkana Junio 2018

27 julio 2018 Publicado por Noticias, Testimonios 0 comentarios sobre “Aterrizar Y Enamorarte del Lugar, Turkana Junio 2018”

Aterrizar y enamorarte del lugar, de su gente y de sus colores, es todo una misma cosa. Es cierto que lo de “aterrizar” suena ligeramente efímero teniendo en cuenta lo complicado que es llegar a este pequeño paraíso escondido en el lugar más recóndito al que haya accedido jamás. Pero se llega, y merece la pena.

Un 15 de Junio aterrizábamos tras el cuarto y último vuelo que tienes que coger para llegar a Kokuselei, Turkana (Kenia). La vista desde la avioneta que te lleva de Lodwar a Kokuselei es espectacular: un paraje infinito de tierra, habitada únicamente por algunos árboles que han tenido la valentía de seguir viviendo en un lugar en el que apenas llueve 3 o 4 veces al año. A medida que te acercas a la misión se ve la nueva iglesia, todavía en construcción, y las edificaciones de las chicas. Un pequeño quiebro y se encara una pista de aterrizaje que tienes suerte si esa mañana el rebaño de cabras no está pasando por allí en su búsqueda incansable de alimento.

Y allí te plantas, con una temperatura difícil de soportar para una blanquita con cara de estar más perdida que en toda su vida. Pero lo primero y único que ves son sonrisas, saludos, risas, gestos de cariño y un ejército de renacuajos que te ayudan encantados con la ingente cantidad de equipaje con la que siempre se llega a Turkana. Y entonces te das cuenta de que va a ser una vivencia que te va a cambiar, y que te va a enseñar muchísimo más de lo que tú puedas aportarles a ellos.

Y así es. Desde el primer momento aprendes y convives con una cultura casi absolutamente opuesta a la nuestra, entre unas gentes cuyas condiciones de vida no son ni siquiera comparables con las que has conocido hasta ahora. Y, sin embargo, cuesta encontrar diferencias con ellos: te sientes desde el primer momento absolutamente identificada con sus necesidades y con sus ilusiones.

Podría pasarme días intentando describir el maravilloso paisaje árido e inalcanzable a la vista, las montañas, sus pastores, las costumbres y su amor al color, la música y la danza. Podría hablar de todos y cada uno de los piojillos (small people) que siguen a Rocío hasta el fin del mundo, con una devoción y un cariño infinitos. Pero hay que sentirlo, hay que correr con ellos, reírte, jugar, y luchar por encontrar un espacio en el coche entre enfermos, madres del mercado, niños cargados de energía y cabras. Hay que sentir su ritmo de vida y ser capaz de acompasar el tuyo a ese rincón lleno de paz y esperanza. Hay que saborear ese último momento de luz del día, cuando el sol te da un respiro y aprecias el paisaje con calma, agradeciendo otro maravilloso día.

Y hay que entender lo increíble de la labor de las chicas de la misión en particular y de la comunidad en general. No sólo por lo más evidente: dedicar absolutamente cada segundo de su vida a los demás, sin prejuicios, sin avaricia, sin envidias o comparaciones, sin pertenencias. Ellos, todo lo que son, por un proyecto que no se parece en nada a lo que estamos acostumbrados, por un proyecto mucho más trascendente: las personas. Cada persona es un reto y una ilusión, y cada día un poco más de tiempo para exprimirlo al máximo y poder darles tantas oportunidades como hemos tenido nosotros. No tienen un trabajo, sino una dedicación continua que forma parte de ellos y que les hace ser quienes son.

Pero lo más admirable – sobre todo para mí, que miro embobada a una hermana mayor que siempre intenté imitar, y que ahora ya ha pasado absolutamente a otra categoría imposible de alcanzar – es la capacidad que han tenido de pasar a ser parte de la comunidad, a ser queridas y respetadas, a enseñarles desde sus costumbres y su perspectiva aquello que a ellos tanto les llena y tan felices les hace. Y eso sí es difícil de describir. Y esa ilusión les ha permitido hacer evolucionar la comunidad de manera espectacular, pero manteniendo siempre los principios y valores que hacen posible que una sociedad crezca de manera robusta. Y he visto en los ojos de los Turkana la misma admiración que siento yo misma: respetuosos y cariñosos saludos, aprendiendo de ellos, observándolos, añadiendo poco a poco a sus costumbres lo que adquieren de los misioneros gracias a su sencillez y curiosidad. Es una convivencia armoniosa que les está permitiendo crecer juntos, haciendo que los recursos y la información que reciben les haga más libres y más capaces.

Queda solo decir que mi aportación como diseñadora de carteles, ideadora de manualidades o maestra de circuitos eléctricos no fue más que una mínima muestra comparado a todo lo que la estancia en Kokuselei me aportó a mí. Y es que desde el primer día comprendí que debía confiar ciegamente en ellos y dejarme llevar, y mi alegría y mi capacidad de aprendizaje fluyeron desde el primer momento. Aprendí del respeto a los mayores, de la fortaleza de la mujer, de la importancia de los gestos y las costumbres, de la utilidad de las onomatopeyas. Entendí lo gratuito que es un saludo, y lo mucho que puede significar. Y, por todo el tiempo que pasé con ellos, aprendí de la importancia de la sencillez, la ingenuidad, la generosidad, la capacidad de trabajo, la curiosidad, el respeto y las ganas de aprender de los niños. Los niños de Rocío, como a mí me gusta llamarlos, son una ejército de enanos que corren, ríen, cocinan, juegan y aprenden dentro y fuera de las inmediaciones de la misión, y ayudan y acompañan a Rocío siempre que pueden, conociendo y adorando su disciplina y su genio, y apreciando las sonrisas que tan generosamente les regala, con una mirada pilla que les hace entender que están a salvo y que pueden jugar, saltar, vivir y crecer. Ha sido maravilloso observar y entender esa sintonía, como hermana, como persona y como cristiana. Sólo me sale una palabra: ejemplo.

Gracias por compartir con nosotros vuestro paraíso.

Blanca Aguirre

Querida Etiopía

21 abril 2018 Publicado por Testimonios 0 comentarios sobre “Querida Etiopía”

Me llamo Sara, tengo 24 años y soy médico.

Este año, una vez terminados mis estudios me decidí por hacer algo que llevaba años esperando: Ayudar. Ayudar, en un continente al que prácticamente no llegan nuestras ayudas y las pocas que consiguen atravesar las fronteras no bastan. Ayudar en un país que sufre opresión desde hace más de 26 años y cuyo gobierno pretende mostrar al mundo que es un país autosuficiente a pesar de que año tras años los índices de mortalidad infantil por malnutrición nos muestran lo contrario. Quería ayudar, y no sólo económicamente sino con el corazón.

A pesar de ser médico y debido a mi inexperiencia, no quise dedicarme a continuar mi desarrollo profesional ahí. Me pareció que mi desarrollo personal era mucho más importante, y que a pesar de mis años de estudio tengo más que ofrecer como persona que como médico. Espero que eso no cambie por muchos años que pasen.

Decidí que mi destino sería Etiopía, con la Comunidad Misionera de San Pablo Apóstol, fue duro para mis padres. Realmente cualquier destino lo hubiese sido. Sólo escuchar las vacunas que necesitaba para viajar, llenaba de lágrimas los ojos de mi madre. Pero por suerte o por desgracia, soy una persona muy perseverante, y leyendo sobre el país, y tomando todo tipo de precauciones conseguí convencerlos, de que iba a ser una experiencia maravillosa y que no había nada que temer.

Llegué a Etiopía sin ninguna expectativa, sin mirar ni una sola foto, con tan sólo la imagen mental que yo misma me había formado. Y cómo me sorprendió…! Los terrenos áridos desaparecieron y se convirtieron en selvas que no tenían fin, el calor sofocante para el que me había preparado, se convirtió en lluvia constante y un frío que las capas de mantas no conseguían quitar. Pero sobretodo me sorprendieron los niños; que al llegar no se extrañaron de esa chica tan blanca con la cabeza rapada, sino que corrían desesperados detrás de mí o huyendo de mi entre risas.

A las pocas semanas de llegar a Etiopía, un amigo de la infancia nos dejó para siempre. Y yo le prometí que podría seguir viendo a través de mis ojos toda la vida que le quedó por ver. Decidí entonces que tenía que disfrutar esa experiencia con todo el corazón. Que no tenía que ver pobreza y lamentarme, sino intentar que mis acciones generasen sonrisas y felicidad. Eso era lo que quería que él viera y lo que quería para toda esa gente.

Han sido meses en mi vida en los que sólo he sentido amor. Cada día cuando salía de casa y oía a los niños gritar mi nombre desde el otro lado del valle; cuando llegaba al colegio y todos corrían a colgarse de mí; cuando las profesoras llegaban a clase con todas las ganas del mundo de aprender; cuando ves que alguien que no sabía sostener un lápiz consigue escribir sus primeros números;  cuando los agricultores conseguían saludarnos en inglés y nosotras devolverles el saludo en amárico. Una vez me pareció curioso, como a los niños les emocionaba que les diese medicinas o les curase una herida, entonces entendí que era el sentimiento de que alguien se preocupase de ellos lo que les hacía felices.

De los casi tres meses que estuve ahí, me llevo el recuerdo de gente maravillosa. Personas que se llenaban de sonrisas al ver como jugábamos con sus niños y realmente tenían interés por aprender y ser mejores. Madres valientes que cuidaban solas de sus hijos en un país es el que la niñera es su hija de 7 años, mientras ellas se dejan la piel trabajando para conseguir mantenerlos. Y a pesar de eso no dudan ni un segundo en invitarte a su casa y ofrecerte lo poco que tengan.

Me voy feliz de haber conocido a las misioneras que han estado trabajando muchos años en Etiopía y han conseguido aprender ese idioma, que algún día aprenderé; y que dedican su vida a mejorar la vida de todos los que están a su alcance. Me llevo a personas como yo, que creen que poniendo el corazón todo puede mejorar.

Por último me quedo con un señor que en uno de mis viajes en guagua se acercó a hablar conmigo en uno de los descansos cuando me dirigía al orfanato de Injibara, que llevan las Hermanas Carmelitas Misioneras de Santa Teresa. Me dijo que había visto como no les había dado dinero pero si lápices de colores a los niños que esperaban en la carretera. Me agradeció con lágrimas en los ojos lo que estaba haciendo. El había sido huérfano. Ahora era periodista. Y recordaba con admiración y todo el cariño del mundo a las personas que durante su educación se ofrecieron a ayudar.

Boletín-Carta desde Turkana

21 abril 2018 Publicado por Testimonios 0 comentarios sobre “Boletín-Carta desde Turkana”

Hola a tod@s:

Este boletín va a ser algo diferente, pero espero que no os decepcione.
Me piden que escriba un boletín a modo despedida, y me vienen tantísimas cosas a la mente…perdón, me acelero.
Me presento primero, soy Paula, una de las enfermeras que ha tenido la suerte de estar este año colaborando con el proyecto de la clínica móvil en Turkana con la Comunidad Misionera de San Pablo Apóstol.

Llegué aquí en enero, con la carrera recién terminada y me quedé alucinada con el proyecto que se lleva a cabo…es una auténtica pasada, y me encantaría que vosotros, los que lo hacéis posible, pudierais verlo de primera mano, porque es algo muy especial y muy grande. Aunque intentaré haceroslo ver con esta “carta”.

El proyecto, como sabéis, está compuesto por un conductor y tres traductores turkanas, más en el momento, por dos enfermeros kenianos, dos españoles y un manager. Entre todos intentamos dar posibilidades y opciones a aquellos que no tienen la suerte de contar con un sistema sanitario…¿por qué? Porque pocos se preocupan por ellos, porque son “los olvidados” de Kenia. Porque a pocos les importan.

Como enfermera, al menos en mi caso, al llegar aquí sientes un sentimiento de responsabilidad muy grande, puesto que su salud está en tus manos, ya que no existen profesionales sanitarios en la zona.

He vivido muchas experiencias que me han hecho replantearme muchas cosas, y que me han ayudado, sobre todo a aprender…a aprender que cada uno de nosotros, con poquito que hagamos, podemos cambiar algo de la vida de las personas; que con el “simple” (no tan simple) hecho de, por ejemplo, hacer un correcto seguimiento a una embarazada, podemos evitar que sufra futuros daños en el parto, tanto ella como su bebé. O con la administración de una vacuna en un recién nacido, evitando así una posible enfermedad futura que afectaría a dicho niño y a la familia.

La educación y prevención de enfermedades son nuestro objetivo, ayudarles a entender, intentarles transmitir lo que a nosotros se nos ha dado de forma gratuita, sin haber hecho nada para merecerlo, simplemente, porque sí.
Facilitarles un poco la vida, o hacérsela menos dura, demostrarles que son importantes, y que sus vidas SÍ importan, independientemente de cómo y dónde vivan, y cuales sean sus circunstancias.
Ellos tienen derecho, o deberían tenerlo, a una salud como merecen, una salud que merecen por el hecho de ser personas, exactamente iguales que nosotros, con la única diferencia de haber nacido en Turkana.

Nelson Mandela decía lo siguiente:
“Erradicar la pobreza no es un acto de caridad, es un acto de justicia” y creo que tenía mucha razón, eso intentamos, eso lleva intentando este proyecto y la comunidad misionera desde el principio, ser justos o intentar serlo.

Aquí he tenido la suerte de poder ver y participar en partos de mujeres, mujeres con una fortaleza abrumadora, con un umbral del dolor altísimo (puesto que, llevan en sus hombros una carga de sufrimiento muy muy alta), de ver cómo niños y adultos mejoran gracias a unos cuidados básicos,  que en España estarían cubiertos por la seguridad social…pero también se viven momentos de profunda impotencia, momentos en los que un niño desnutrido se apaga, por falta de alimentación y de agua, o en los que pacientes se mueren porque cuando avisan ya es demasiado tarde, debido a que han estado horas caminando para encontrar la misión…momentos y situaciones que no deberían permitirse, que nosotros, somos responsables, y que podemos y debemos cambiar. ¿Cómo? Dando oportunidades, enseñando, y facilitándoles una atención sanitaria en condiciones.

Este tiempo aquí me ha cambiado de una manera que ni yo misma sé expresar todavía, haciéndome ver lo injusto que es el mundo y lo poco consciente que era de ello antes de venir aquí.

Me gustaría terminar dando las gracias, a cada uno de vosotros que ayudáis a que esto salga adelante, gracias de mi parte y me atrevo a decir que también de parte de todos y cada uno de los turkana que ayudamos juntos.

Ojalá consigamos crecer como proyecto, ojalá consigamos seguir ayudando y hacer este “trocito de mundo” un poco menos injusto.

Un abrazo muy fuerte,

Paula.

Las barreras no existen cuando servimos a los demás con paciencia, amor y caridad

28 febrero 2018 Publicado por Testimonios 0 comentarios sobre “Las barreras no existen cuando servimos a los demás con paciencia, amor y caridad”

Actualmente alrededor del 45 % de la población etíope vive con menos de 1 dólar por día, el no contar con agua potable y medidas de saneamiento adecuadas ha expuesto a la población a enfermedades por parásitos intestinales, problemas de la piel, diarrea, enfermedades respiratorias, malaria, tuberculosis, y VIH/SIDA; mismas que oscilan entre las principales causas de mortalidad entre niños y adultos.

Mi tarea como voluntaria con la Comunidad Misionera de San Pablo Apóstol ha sido ayudar a promover, sobre la importancia de la higiene,  y el lavado de manos para prevenir enfermedades, así como hablar sobre el VIH, el cuál es un tema que aún enfrentan con muchas supersticiones.

He tenido la oportunidad de dar pláticas en los diferentes kinder  y escuelas de Andode, Gida, y Guten a niños, padres y maestras.

Nuestro idioma y cultura no ha sido un impedimento para contribuir a que estas personas reciban información que puede ayudarles a mejorar su calidad de vida.

En mi experiencia como enfermera, la promoción y prevención no es un tarea fácil, pero la comunidad me ha enseñado que las barreras no existen cuando trabajamos y servimos a los demás con paciencia, amor, y caridad, y que trabajando en nombre de Dios, la esperanza y la fe es lo que nos mantiene firmes para seguir creando conciencia y compartir con nuestros hermanos Etíopes que a pesar de las dificultades, y que el cambio no es de la noche a la mañana los pasos pequeños pero firmes, nos llevaran a grandes resultados.

Sandra Platas Avendaño

 

Gracias Paco por tu ejemplo de vida

19 febrero 2018 Publicado por Testimonios 0 comentarios sobre “Gracias Paco por tu ejemplo de vida”

Escribo desde mi ciudad Esmeraldas-Ecuador, para dar gracias a Dios por la vida y testimonio que Paco nos regaló a la Iglesia Universal.

Para mí fue una bendición conocerlo y poder recibir de Paco esa visión de Pastor de una Iglesia viva, de contagiar a todos los que tuvimos la gracia de conocerlo. Puedo afirmar con razón que la vida de Paco es un canto al amor de Dios, a Dios que es Amor.

“Quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él” (1 Jn 4, 16). 

Se viene a mi mente la imagen de Paco en Turkana junto a una presa de tierra, alrededor estaban unos niños maravillados de verla, Paco le dijo a uno de los chicos que lo acompañaba, que le fuera a explicar a los niños que era eso y como debían de cuidarla, él con su ejemplo nos enseñó que el preocuparse por los demás es un don que debíamos compartirlo. 

Hoy se cumple un año más de la partida de Paco al cielo, y es un GRACIAS constante a DIOS por su ejemplo y por dar a la Iglesia estas estrellas que nos permiten en el día a día de nuestras vidas ver que el Evangelio no son unas simples palabras muertas sino que son palabras vigentes y actuales en nuestros tiempos.-Dios suscita personas que sean ellas mismas amor, que vivan el carisma de la unidad y la comunión con Dios y con el prójimo; personas que difundan “el amor-unidad” convirtiéndose a sí mismas, sus casas y su trabajo, en un “hogar” donde el amor ardiente se contagia e incendia todo lo que está a su alrededor. 

Paco en su particularidad nos dio a conocer que el Evangelio está al alcance de cada uno:  obispos y sacerdotes, adolescentes, muchachos y adultos, consagrados y laicos, esposos, familias y comunidades, todos llamados a vivir con radicalidad el Evangelio. 

Para Paco el anuncio del Evangelio se basaba en llevar Buenas Noticias concretas a la gente, ayudarles a salir adelante, mejorando su calidad de vida, su formación humana y práctica, para poder valerse por sí mismas y vivir en la dignidad de los hijos de Dios. La desigualdad en la que vivimos en cada uno de los lugares en vías de desarrollo nos da a pensar que si nos tomáramos todos en serio las frases de Paco no abría lugar en el mundo que sufriera de hambre, ya que todos estaríamos preocupados por todos. 

Me siento feliz por ser parte de esta gran familia que dejó Paco aquí en la tierra y segura que su legado vivirá por siempre porque simplemente es obra de Dios y las cosas de Dios perduran en el tiempo.

 Una vez más GRACIAS PACO.

 Con cariño

ANGELA SOLANO.

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