Posts in Noticias

“Y Se Hizo la Luz”!

6 febrero 2020 Publicado por Noticias 0 comentarios sobre ““Y Se Hizo la Luz”!”

Durante los día 28-30 de enero, la MCSPA , presente en la zona de Muketuri, junto con la Fundación Harena ha repartido 120 equipos de luz  solares para iluminar las hogares de 3 los poblados de Abo Kaso, Gore Ketema y Jebene. Estos poblados distan 21km, 7km y 17 km de Muketuri por camino de terracería.

Los equipos constan de tres puntos de luz fijos y uno móvil más un enchufe para cargar teléfonos. Las familias, que recibieron una capacitación para la instalación del equipo solar, mostraron su gratitud y alegría ante algo que cambiará su vida: tener luz en las casas, para cocinar, convivir y con un gran impacto en la vida de sus hijos que van a poder estudiar cuando ya no hay luz del sol.

En los 3 poblados organizaron una gran fiesta para celebrar el evento, con comida, bailes y discursos.

En uno de los poblados una mujer mayor expresó su alegría diciendo:

“No sabemos como agradecer esto: primero, los misioneros nos trajeron el agua, el pozo, después la agricultura con el riego por goteo, luego un comedor para niños menores de 7 años y mujeres embarazadas, y, hoy con estas luces nos han dado los ojos para poder ver lo que juntos hemos alcanzado”

Muchas otras familias se han registrado para poder recibir luces solares para sus casas, esperamos poder ir extendiendo este programa.

Lourdes Larruy MCSPA

Encuentro de Jóvenes y Coros en Ave María

2 febrero 2020 Publicado por Noticias 0 comentarios sobre “Encuentro de Jóvenes y Coros en Ave María”

El martes, 28 de enero, groupos de jóvenes y coros de todo el arciprestazgo de la Diócesis Católica de Tombura-Yambio (Sudán del Sur), llegaron a la parroquia de Ave María. En total eran 583 personas de 8 parroquias que componen el arciprestazgo. La mayoría llegaron a pie, recorriendo entre 30 y 50 km para llegar a Ave María, aunque algunos vinieron en bicicleta o en moto. Llevaban su propia comida para estos días. En Ave María los alojamos en el centro materno.infantil, la escuela primaria y la secundaria. Este era su encuentro anual.

Iban acompañados por el P. Mark, vicario episcopal y párroco de Tombura, y por el P. Vairi, párroco de Mupoi. También vino de Yambio para este encuentro la hermana Irene, coordinadora diocesana de juventud. Durante los días que estuvieron en Ave María, a parte de la eucaristía por la mañana y del rosario al atardecer que duraba cada día una hora, tuvieron charlas sobre paz y reconciliación, fe, liturgia, HIV y automantenimiento.

El viernes, 31 de enero, hubo la misa solemne de San Juan Bosco, su santo patrón. Se celebró al aire libre con presencia de autoridades venidas de Tombura y Source Yubu y mas de 1.500 fieles. La celebración terminó el viernes con baile hasta pasada media noche.

El sábado, 1 de febrero, los diferentes grupos regresaron a sus respectivas parroquias.

A pesar de las dificultades, que presenta la vida diaria en un país como Sudán del Sur, es un signo de esperanza comprobar que la fe de los jóvenes es tan grande. Rezamos para que la paz prevalezca y que el desarrollo vaya viniendo poco a poco.

P. Avelino Bassols MCSPA

¿Y SI Jesus Fuera Refugiado?

25 diciembre 2019 Publicado por Noticias 0 comentarios sobre “¿Y SI Jesus Fuera Refugiado?”

El día 24 de diciembre 51 niños han sido bautizados en la misión de Naturomoe, en Nyangatom, en el sur de Etiopía, zona fronteriza con Kenia.

El mismo día ha nacido un niño, hijo de uno de los catequistas. Son refugiados del sur del Sudán, viven en una explanada polvorienta al pie de las colinas que  hacen de frontera con su país.  Su fe es de las únicas cosas que no han perdido. No pueden volver a su país y no llegan a 5.000, cantidad requerida para ser considerados campo de refugiados… No tienen donde reposar… como José y María..

Si Jesús naciera hoy, ¿quizás sería un refugiado?? no lo sabemos; pero desde luego sí sabemos que se pondría de parte de tantos miles de personas que sufren por causa de las guerras y los desplazamientos forzados…

La misión de Nyangatom , que la MCSPA empezó hace 5 años está en tierra de nadie: es territorio de Etiopía, se sienten sur sudaneses, a pocos kilómetros  de Kenia… Aquí se predica la paz, como principal Buena Noticia del Evangelio, y ésta, muchas veces tiene que ver con tener agua para vivir.

Sorprende la alegría de este grupo de personas, que, a pesar de su situación disfrutan de los momentos como la celebración de la Navidad, cantos y bailes han acompañado la celebración de la Eucaristía. Han hecho un belén de barro con muchos animales. A los niños les hemos pintado la cara de colores para engalanarse para la celebración; Después,  chocolate para todos!

Los hombres endurecidos por la huida violenta de su país se emocionan viendo a sus hijos celebrar, los cantos recobran un significado entre nostalgia y alegría.

 

Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo

23 diciembre 2019 Publicado por Noticias 0 comentarios sobre “Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo”

Noticias sobre Adviento en Muketuri

22 diciembre 2019 Publicado por Noticias 0 comentarios sobre “Noticias sobre Adviento en Muketuri”

En el Centro Materno-Infantil San José Muketuri se celebra la entrada del Adviento con una obra de teatro. El día 5 de diciembre del 2019 los niños y niñas de 3º A representaron el pasaje de Isaías donde relata que todas las fieras pasearan en paz bajo la protección de un niño que anuncia la paz.

En este momento de incertidumbre y violencia en el país la MCSPA promueve la paz a través de diversas actividades.

Lourdes Larruy

MCSPA

Jornadas Vocación y Misión, Etiopía 6 al 8 de diciembre de 2019

22 diciembre 2019 Publicado por Noticias 0 comentarios sobre “Jornadas Vocación y Misión, Etiopía 6 al 8 de diciembre de 2019”

Las misioneras y algunos voluntarios de la misión de Muketuri asistieron al encuentro juvenil de la Diócesis de Emdibir bajo el lema de Vocación y Misión. Se reunieron mas de 800 jóvenes de todas las parroquias de la Eparquía.

A través de la música y el teatro los jóvenes expresaron sus ideas sobre la temática. La MCSPA participó con su testimonio y algunas canciones.

La vocación común de los bautizados y la misión universal de la Iglesia fueron algunos de los temas expuestos.  El Obispo y los organizadores agradecieron profundamente a la MCSPA por su participación y testimonio.

Lourdes Larruy

MCSPA

 

De Pietraforte a Kenia: Patrizia Aniballi

1 noviembre 2019 Publicado por Noticias, Testimonios 0 comentarios sobre “De Pietraforte a Kenia: Patrizia Aniballi”

Siempre es difícil explicar cómo nació la vocación. Mi caso no es tan especial como uno se pudiera imaginar. Muchas veces la gente considera al misionero o a los religiosos personas tan especiales que casi los describen como seres fuera de lo normal, pero no es así; tenemos mucho que aprender de los demás. Lo que nos caracteriza es que queremos sin medida a los más marginados, aunque eso no nos sea siempre fácil.

Como podéis ver por mi nombre, yo soy italiana, aunque ahora de italiana ya no me queda casi nada, pues hace más de 28 años que vivo en Kenia y, como sabéis, aquí se habla inglés y kiswahili, y en nuestra comunidad hablamos español e inglés, así que hoy en día ya no sé qué idioma hablo, quizá una mezcla de casi todo.

Os cuento cómo aparecí en esta tierra tan lejana. Yo vivía en un pequeño pueblo que se llama Pietraforte, en la provincia de Rieti, en Italia. En aquel entonces en mi pueblo había unas 100 personas, ¡no exagero! Mucha gente se había marchado para buscar trabajo en las ciudades. El párroco de la iglesia era un sacerdote español, y un día que vino a oficiar un funeral al pueblo, yo lo fui a buscar para que me hiciera un certificado que necesitaba mi primo para casarse. Vi el coche del padre aparcado con dos jóvenes dentro y me acerqué, abrí la puerta y me senté con ellas. Las jóvenes estaban sorprendidas al verme, y empecé a explicarles por qué estaba allí. Ellas me hablaban medio en italiano, medio en español. Eran dos misioneras laicas de la Comunidad Misionera de San Pablo Apóstol, que me explicaron durante más de media hora lo que hacían en Kenia. Yo les dije que siempre había querido ser misionera, pero que cada vez que me acercaba al cura me presentaba a monjas para ver si quería ser religiosa, pero yo veía que eso no era para mí.

Después llegó el sacerdote y me invitó a acompañarles a Roma, porque aquel día llegaba el P. Paco. Me fui con ellos. Desde el primer momento que Paco me vio me invitó a ir a Kenia. Él me parecía demasiado determinado, por decirlo así. Era la primera vez que alguien que no me conocía se fiaba de mí a primera vista, y yo

le dije que sí, que quería ir. Estuve con ellos dos días, y aunque todos se esforzaban en hablarme en italiano casi no les entendía y yo no hablaba español.

Así fue como al cabo de unos meses dejé a mi familia. Yo tuve un hermano, cuatro años menor que yo, que nació prematuro, de seis meses, y estuvo un tiempo en la incubadora. Más tarde le diagnosticaron una parálisis cerebral y vivió tan sólo hasta los nueve años, así que me convertí en hija única. Afortunadamente mi primo de cuatro años se añadió a nuestra pequeña familia tras la muerte de su padre y mi madre lo crió hasta que a los catorce volvió con su madre. Entonces fui realmente hija única. Y a pesar de eso, mis padres no se opusieron a mi marcha a Kenia. Al principio me echaban de menos, pero lo aceptaron.

Ahora, después de muchos años, entiendo bien la determinación de Paco a llamarme a dejarlo todo para seguir a Cristo e ir donde no hay nada, donde la gente es tan pobre que viven con “menos que nada”, en Turkana.

Al llegar a Kenia viví mucho tiempo en Nairobi. En la comunidad era la única italiana, y no hablaba nada más que italiano. Muchas veces me sentía extraña, ansiaba ir a vivir a Turkana, al desierto, y no estar en una gran ciudad. Me acuerdo que al principio sólo quería ir con la chica de la Comunidad que conocí en mi pueblo, pero ella tuvo que irse a otra misión en Bolivia y me costaba adaptarme a los demás. Mi madre me llamaba de vez en cuando un minuto para saber si estaba bien, y aunque yo le decía que sí, se daba cuenta de que no era verdad. Nunca quise decírselo, pues me costó bastante separarme de mi familia y de “mi pequeño mundo”. Estaba habituada a hacer un poco lo que yo quería, a viajar y tomar mis propias decisiones.

Los primeros meses fueron así: “me gustaba, pero”… después todo fue cambiando, entendí más lo que significaba la vida que quería seguir. El cariño y, sobre todo, la paciencia que toda la comunidad tuvo conmigo fueron extraordinarios. Tras algunos meses me decidí a quedarme. Fue después de haber ido a Turkana, de ver cómo vive la gente, de ver el trabajo que allí se hace. Creo que esto me conmovió, y pensar que podría ser útil cambió mi manera de actuar.

En estos 28 años mi madre ha venido casi todo los años a estar con nosotros. Se encontraba como en casa, enseñando a coser, bordar, a hacer pasta italiana, salchichas y muchas más cosas. Es bonito ver cómo la familia se integra con la Comunidad, y al final formamos todos una misma familia. Acompañándonos aquí son muy útiles, aprenden a querer a toda nuestra gente en la misión y así entienden muchas de las cosas que yo les explicaba.

No fue casualidad que en mi pequeño pueblo estuviera un cura español. Todo sucedió de la mano de Dios, que estaba allí. Por mi parte la puerta estaba abierta, y espero que la mano de Dios me siga guiando por los caminos de la misión, allí donde me quiera llevar

Patrizia Aniballi, MCSPA

Los Pequeños Gestos y la Mirada Hacia el Otro: Lillian Omari

31 octubre 2019 Publicado por Noticias, Testimonios 0 comentarios sobre “Los Pequeños Gestos y la Mirada Hacia el Otro: Lillian Omari”

Nunca en mi juventud me había planteado visitar Turkana, y mucho menos me había imaginado que un día estaría viviendo aquí. Tampoco pensé que podría llegar a hablar o escribir en otros idiomas aparte del swahili e inglés. Y es que un mundo absolutamente nuevo se abrió ante mí gracias a la Comunidad Misionera de San Pablo Apóstol (MCSPA) y especialmente al padre Francisco Andreo, el fundador, y al padre Francis Teo, quienes me invitaron a participar de su visión y experiencia. Así pude ver las cosas con otros ojos y descubrir en mi vida el valor de dirigir mi mirada hacia los otros y darnos a ellos a través de los pequeños gestos, descubriendo de este modo a Jesús: “Porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; fui forastero y me recogisteis; estuve desnudo y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí”. (Mateo 25:35-36).

En aquel tiempo viajar dos días por carretera era algo que solo algunos locos podían hacer. Además, era muy aventurado ir a un lugar como Turkana teniendo en cuenta que la gente del sur de Kenia, como yo, no conocía su historia ni su cultura, incluso muchos ni siquiera saben que es una región que forma parte de Kenia.

Yo crecí en Nairobi, y tuve la suerte de pertenecer a una familia generosa y muy católica. Tuvieron que trabajar muchísimo para lograr que todos sus hijos disfruta- sen de una educación decente, comida en la mesa cada día, y se convirtieran en buenas personas.

Viviendo en ese entorno, crecí creyendo en algunos valores: había que estudiar mucho, obtener buenos resultados, bus- car un buen trabajo, ayudar a nuestros padres y hermanas para que tuviesen una vida mejor, casarme y seguir haciendo lo mismo con nuestros hijos, y ellos como nosotros con ellos. Nunca pensé que ve- ría las cosas de otra manera. Pero ese viaje a Turkana me sirvió para desmontar los prejuicios que tenía sobre mi propia familia, como pensar que éramos los más pobres del barrio porque no teníamos coche o no comíamos carne cada semana… Hasta que vi la pobreza que había en Turkana, y me di cuenta de que éramos privilegiados.

Conocí a la MCSPA gracias a mi primo George Ouma, que en aquel tiempo vivía con los misioneros, con el padre Francis, en concreto, y quería ser sacerdote como los demás misioneros. Él vino a mi casa y nos contó lo que estaba haciendo en Turkana y de ahí me dieron muchas ganas de ir. Eso sí, solo a conocer ese lindo pero extraño lugar llamado Turkana.

El viaje fue muy, muy largo. Los dos días de camino parecían interminables. El padre Fernando Aguirre conducía un cuatro por cuatro. ¡Era la primera vez en subirme a uno, solo los había visto en películas! El coche iba lleno hasta los topes de comida, medicinas, muebles, pollitos, árboles… y en un pequeño espacio atrás cabíamos cuatro personas más. Viajamos con unos chicos de Turkana, Napocho, Ekalukan y Morita. Ellos me explicaban pequeñas anécdotas de Turkana. Esas historias me dieron ánimo e ilusión para continuar el viaje y poco a poco se me fue quitando el miedo inicial y los prejuicios sobre este lugar tan remoto.

Recuerdo que paramos a mitad de camino y el padre Fernando, Natalia, una de las misioneras, y los chicos sacaron un cesto, y de repente montamos un estupendo pícnic con tortilla española, jamón, mangos y agua. ¡Una comida completa! Este fue otro pequeño gesto que me hizo cambiar mi forma de pensar. Nunca había pensado en llevar comida para un viaje, siempre suponía que podías parar e ir a una tienda y comprarla… Ante mi sorpresa, el padre Fernando me dijo: “Y aunque tuvieras dinero, Lillian, ¿dónde están las tiendas para comprar la comida? Si quieres ser una buena misionera tienes que estar preparada para pensar en los demás primero antes que en ti”.

Ya en el camino que se adentraba en Turkana el paisaje era muy seco y solitario y solo veíamos algunos camellos y cabras cruzando la carretera de vez en cuando y grupitos de cabañas hechas con ramas. Los chicos me explicaron que eran las casas de la gente, y pensé: “¿Pero a dónde me están llevando? ¡Esto parece el n del mundo!”. Finalmente llegamos a la misión de Nariokotome. Ahí, después de dos días viajando, vi gente que llevaba ropa y hablaba un idioma que podía entender.

Y casas por primera vez. Sacamos todas las cosas del coche y me llevaron a una casa con una de las misioneras, que me anunció: “Esta es tu habitación, dúchate. Dentro de una hora comemos y luego te vas a descansar“,suspiré y me retiré a mi habitación.

Minutos después escuché “¡Emergency, emergency!”. Vi a Natalia, que, además de misionera, era médico, corriendo hacia el coche. Salí fuera y pregunté: “¿Qué pasa?”. Me dijo: “Sube, vamos, hay que atender a una madre que no puede dar a luz”. Subí pitando al coche y ella condujo como los que van al Safari Rally, hacia la montaña de Riokomor, saltando por los baches. Al llegar encontramos una señora embarazada que hacía dos días quería dar a luz, pero estaba muy anémica y no tenía apenas fuerza. La misionera cogió el cesto del coche, preparo un té con mucho azúcar, se lo dio a la señora para beber e inmediatamente la pusimos en el coche y salimos de nuevo hacia el dispensario de Nariokotome.

Después de 40 minutos por los caminos de piedras y tierra, los que iban atrás del coche nos hicieron parar: ¡el bebé había nacido! No entendí nada, pero es- taba muy contenta porque la vida de la madre y la del hijo ya no estaban en peligro. Cuando llegamos a Nariokotome, Natalia me explicó que gracias al té con mucho azúcar y a los botes del coche la madre pudo reunir fuerza suficiente para dar a luz al bebé. Como estas anécdotas se dieron muchas durante mi estancia, y definitivamente me hicieron pensar mucho y ver las cosas diferentes a cómo las veía antes.

Estuve en la misión dos meses ayudando donde podía, en la cocina, en el huerto, en la clínica móvil, en el centro de nutrición, limpiando… Desde el primer día me sentí como una más de ellos y no como una visitante, a pesar de que eran gente de diferentes países: kenianos, colombianos, venezolanos, españoles… Había algo que les unía, todos se querían.

Volví a Nairobi y empecé a estudiar. Unos seis meses después, cuando ya me había olvidado un poco debido a la vida del día a día, llegó mi primo y me preguntó si quería ir a una misa a la que los misioneros me invitaban. Pensé: “¿Para qué tengo que ir a misa si tenía pensado ir el domingo?”. Aún así, fui. Ahí estaban el padre Francisco (Paco) y el padre Francis. Fue una misa sencilla con gente sencilla. Y sin embargo sentí algo que no sé explicar. Algo pasó dentro de mí que me devolvió la misma felicidad que experimenté durante los dos meses que estuve en Turkana la primera vez.

En aquel momento no podía decir que tenía vocación de misionera. Pero esa felicidad, el aprender la importancia de los gestos a los demás, el dirigir la mirada hacia el otro fueron cosas que me hicieron replantearme lo que quería hacer y ser.

A través de esas pequeñas experiencias descubrí el tesoro que había en Turkana con la Comunidad Misionera de San Pablo. La invitación a la misa en Nairobi aquel día entre semana, la motivación de los padres Paco y Francis al pensar en mi y preocuparse de invitarme, y después la chispa que encendió esa luz en mi interior, y que poco a poco se iba avivando a través de personas que no solo no pensaban en ellos mismos, sino que querían compartir esa felicidad conmigo y con otros. Creo que este conjunto de pequeños gestos, personas, motivaciones, acabaron de despertar esa llamada misionera en mí. Si no me hubieran invitado a esa misa, creo que hubiera seguido haciendo lo que todo mundo hace: estudiar, trabajar, ayudar a la familia, casarme y tener hijos. ¡Gracias a Francis por invitarme a esa misa que movió algo en mi!

Esa llama en mi interior, avivada por las personas que me han rodeado en estos 18 años, ha sido la motivación que me ha llevado a ser quien soy y estar donde estoy ahora, en la misión de Nariokotome.

Me gustaría que Dios me ilumine y me dé fuerza para compartir todo lo que he ido aprendiendo en este camino, como dice la plegaria de San Francisco de Asís: “Haz de mí un instrumento de tu paz”. Todo lo que hago es gracias primero a Dios por darme la vida, a mi familia, a la Comunidad Misionera de San Pablo Apóstol, y también al apoyo que me aportan todos mis amigos en España, Kenia, Singapur, Malasia, Alemania… Ellos nos apoyan con su amistad, oraciones y económicamente para poder hacer todo este trabajo.

Durante estos años he vivido multitud de experiencias, a veces buenas y a veces malas. He visitado y vivido en países muy diferentes (Etiopía, Colombia, Alemania), con gentes y lenguas muy diferentes, y todo eso me ha hecho ser, humildemente, mejor persona y motivarme para intentar compartir mi felicidad de encontrar a Jesús en los otros a través de los pequeños gestos, volviendo mi mirada hacia los otros. Espero que mi experiencia pueda ayudar a otros a encontrar esa misma felicidad, llevando siempre la sonrisa de Dios a todas partes.

Lillian Omari, MCSPA

Mientras Buscaba Me Encontró: Fernando Aguirre

31 octubre 2019 Publicado por Noticias, Testimonios 0 comentarios sobre “Mientras Buscaba Me Encontró: Fernando Aguirre”

A la pregunta de “¿por qué me hice sacerdote?” Hans Urs von Baltasar responde: “No podría decirlo. Yo no quería en realidad hacerme sacerdote. Ha salido así”1. Ante la misma pregunta me ocurre algo similar: nunca fue mi idea, pero ahora soy sacerdote y estoy contento. Y aunque encuentro difícil la tarea de escribir sobre algo tan íntimo como es la propia llamada, me obligo a intentarlo.

Desde que tengo memoria de mi propia consciencia recuerdo un deseo profundo de no caer en la corriente del mundo: la universidad, el trabajo remunerado, fundar una familia, todo ello se me hacía una montaña. Encuentro aquí apropiada la reflexión de Panikkar, el cual sustituye la tradicional fuga mundi por huída del sistema 2. El sistema, el mundo, tal como se me presentaba, no era mi medio. Aunque siendo hijo de un militante comunista, a primera vista la Iglesia tampoco lo era.

Hoy desde la perspectiva que me otorga el paso del tiempo subscribo las palabras de Panikkar: “Desde mi primera juventud me he sentido siempre monje, pero monje sin monasterio, es decir, sin muros…, sin llevar hábito o, si acaso, con los vestidos comunes a todos los miembros de la familia humana. Y también estos vestidos debían ser descartados, porque todos los vestidos culturales no son más que revelaciones de aquello que ocultan: la desnudez pura de la transparencia total, visible solamente a la mirada simple de los limpios de corazón”3. Pero ¿a dónde ir? ¿a quién asociarme? Me sentía algo perdido.

Continúa Panikkar – también yo en mi búsqueda: “El monje llega a monje no por un proceso de reflexión o por un mero deseo, sino como resultado de un impulso, fruto de una experiencia que eventualmente le conduce a hacer un cambio y, en último análisis romper algo en su vida por amor a aquella ‘cosa’ que supera o transciende todo lo demás. Uno no se hace monje para hacer algo o ni siquiera para alcanzar algo, sino para ser”4. A mi esta conversio, esta metanoia, me llegó cuando estudiaba secundaria. Era un mal estudiante por falta de motivación, y para qué ocultarlo, también por falta de “pesquis”5. Al sus- pender tres materias mis padres se alarmaron y no sé muy bien cómo, y muy a mi pesar, acabé en una parroquia donde un grupo de estudiantes se encontraba a repasar asignaturas pendientes. Allí conocí primero a Paco y a Pere, después a otras personas con las que hoy formamos la Comunidad Misionera de San Pablo Apóstol. Recuerdo que a pesar de mis prejuicios contra la Iglesia Católica el flechazo fue inmediato. Eso era lo que buscaba y allí quería quedarme. Éste fue el principio de una larga aventura que me llevó de las orillas del Mediterráneo a las orillas de Lago Turkana, aclamado en las guías para viajeros intrépidos como uno de los lugares más remotos del planeta. Aquí llevo 13 años, y estoy bien dispuesto a seguir sumando.

¿Qué me sedujo? Me gustan las palabras del Cardenal van Thuan que en un retiro dado al Santo Padre en el año 2000 afirmaba: “lo he abandonado todo para seguir a Jesús porque amo los defectos de Jesús”5. Su primer defecto, no tiene buena memoria y perdona los pecados al ladrón a su derecha (Lc 23, 42-43), a la pecadora que unge con perfume sus pies (Lc 7, 47) y alaba al padre cuando acoge al hijo pródigo que ha malgastado toda su herencia (Lc 15, 18-24). Segundo defecto, no sabe de matemáticas, abandona a las 99 ovejas para buscar a la descarriada (Lc 15, 4-7). Tercer defecto, no sabe de lógica. La mujer que perdió la dracma gasta mucho más en celebrar que la ha recuperado (Lc 5, 8- 10). Cuarto defecto, es un aventurero, promete persecuciones (Mt 5, 3-12). Quinto defecto, no entiende de finanzas: paga lo mismo a los que han trabajado todo el día en la viña que los que han llegado a última hora (Mt 20, 1-6).

Pero ¿por qué tiene Jesús estos defectos? Porque es amor. En palabras de van Thuan: “el amor auténtico no razona, no mide, no levanta barreras, no calcula, no recuerda ofensas, y no pone condiciones”6.

El Evangelio es algo que si no se comparte se marchita. Si en cierta manera fui seducido por Jesús y sus defectos fue porque mediaron personas concretas. En el camino me he encontrado con mucha otra gente que a un nivel u otro también buscan. Y creo que si nosotros, los operarios, amamos, y nos esforzamos en suscitar inquietudes a partir del tesoro que comporta vivir en carne viva el Evangelio, Jesús saldrá al encuentro de muchos otros una vez se pongan en camino. Es por ello que deseo amar y seguir adelante hasta que acaben mis días.

 

Fernando Aguirre, MCSPA

References

  1. Raimundo Panikkar. Elogio de la Sencillez. Estella: EVD, 1993. p. 148
  2. Ibídem. p. 14
  3. Francis Xavier Van Thuan Nguyen. Testigos de Esperanza. Madrid: Ed. Ciudad Nueva, 2001. p. 26
  4. Ibídem. p. 25-31

 

 

Mi Vocación: P. Avelino Bassols

30 octubre 2019 Publicado por Noticias, Testimonios 0 comentarios sobre “Mi Vocación: P. Avelino Bassols”

De niño y mas tarde de adolescente leía los relatos de misioneros en Asia, América y África con mucho entusiasmo. Naturalmente, en aquella época no me podía imaginar que acabaría viviendo en el corazón de África. Tampoco no estuvo nunca en mis planes ser sacerdote, y mucho menos misionero. De pequeño quería ser cartero, y cuando me preguntaban porqué contestaba “para traer buenas noticias a la gente”. Nunca me habría pensado que una parte de mi labor a lo largo de mi vida sería “traer buenas noticias a la gente”, no como cartero, sino como misionero en África.

La primera vez que pisé suelo africano fue en 1987. Al instante me enamoré del continente y de su gente y al cabo de un mes ya tenía claro que iba a pasar el resto de mi vida en Africa. El lugar donde aterricé fue en la zona árida de Turkana. Ciertamente hubo dificultades al principio, aunque con el tiempo las empiezas a relativizar. Como decía Jorge Manrique, “a nuestro parecer, cualquier tiempo pasado fue mejor”. Lo que también es cierto es que aunque un lugar pueda parecer inhóspito de entrada, con el tiempo te vas instalando, conoces las costumbres de la gente, sabes como moverte, y al final conviertes en tu propio hogar. Si me preguntan si he sido feliz en Turkana solamente puedo contestar afirmativamente. He sido muy feliz, lo sigo considerando mi hogar y de hecho, cuando al final dejé Turkana atrás estaba en la cúspide de trayectoria como misionero.

Fui ordenado para la diócesis de Lodwar en el norte de Kenia en 1992, y allí me estrené como sacerdote. En 2017 celebraba 25 años de sacerdocio, y algunos mas en Kenia. Fue entonces, durante unos ejercicios espirituales, que vi claro que era hora de dar un paso mas. Así pues, después de algunas vicisitudes, acabé en Ave María, en Sudán del Sur. Muchos preguntarán, donde se encuentra Ave María. Si trazamos una cruz sobre el continente africano de norte a sur, y de este a oeste, mas o menos en el centro está Ave María, es decir, verdaderamente en el corazón de África.

Llevo ahora diez meses en esta nueva misión. Ya no es una zona árida, sino una selva tropical. La gente aquí no pasa hambre, como en Turkana. Sin embargo, por el resto esta región está a años luz de Turkana. La cobertura sanitaria es prácticamente inexistente. La educación escolar es pésima. Y en general no hay servicios de nada. No hay ningún sistema bancario, ni correos, ni siquiera comercios donde se pueda comprar ni lo mas básico. Aquí parece que uno vive relegado a la Edad Media.

Como he mencionado arriba, la misión de Turkana tiene ciertamente sus retos. Sin embargo, las dificultades de la misión en Sudán del Sur superan con un margen bastante amplio las que había experimentado en Turkana, Kenia. Al mismo tiempo, siento que es aquí el lugar a donde se me ha llamado a estar. Al final esto es lo que llamamos vocación, no un empeño personal, sino una llamada. Y por muchas dificultades que un lugar puede suponer, cuando sabemos que es otro el que nos ha llamado, esto nos da fuerzas para superar cualquier obstáculo, pues al final la misión no es nuestra, sino del que nos ha llamado, y del que nos ha enviado a proclamar sus buenas noticias.

Avelino Bassols, MCSPA

Redes sociales

Categorías

Calendario

febrero 2025
L M X J V S D
 12
3456789
10111213141516
17181920212223
2425262728  
MCSPA