Testimonio de Marta Guzman Perez

7 noviembre 2018 Publicado por Testimonios 0 comentarios sobre “Testimonio de Marta Guzman Perez”

Una experiencia humana inolvidable. Así describimos cómo ha sido nuestro viaje a Kenia un grupo de diez estudiantes de la Región de Murcia, al sureste de España.

Todo comenzó a raíz del interés que algunos de nosotros teníamos por hacer algún tipo de voluntariado en África. Fue ya hace un par de años cuando acudí con mi padre a una cena benéfica en Murcia. En esta, el padre Fernando, junto a algunas chicas que habían vivido la experiencia del voluntariado en Malawi y Kenia, nos explicaron todos los proyectos que se estaban llevando a cabo y cómo era la vida allí.

Recuerdo las imágenes de trabajadores construyendo una presa en Turkana, la zona más árida de Kenia. Y es que el noroeste de Kenia ha sufrido importantes sequías durante los últimos años, llegando a registrar una cuantía de precipitaciones inferior a 200cc en un año. Algo tan esencial como es el agua, un bien básico para la vida, se está trabajando día tras día en estas zonas para poder disponer de ella. La Comunidad Misionera de San Pablo Apóstol promueve la creación y desarrollo de recursos acuíferos sostenibles y accesibles. Además, lleva a cabo proyectos de nutrición, salud y educación, acercándose, no sin un enorme esfuerzo diario, a una absoluta transformación social en Turkana.

Esta asombrosa ambición y lucha por el cambio, la he podido ver junto a mis compañeros estos 25 días en Kenia. La labor social que está realizando el padre Andrew en la Misión de Todonyang es inmensa. Me atrevería a decir, que es una persona plenamente consciente de que el cambio real de un pueblo se encuentra en la educación. En cada misa y en cada aula se invitaba a la reflexión. Se abordaban temas como la paz, tan necesaria en este lugar fronterizo en el que el conflicto entre la tribu turkana (Kenia) y la tribu marile (Etiopía) sigue vigente tras años de enfrentamientos a los que el gobierno keniano hace oídos sordos. También se hablaba de valores éticos como la generosidad, el respeto, la amabilidad, el amor.

Nos llamó mucho la atención el hincapié que hacía el padre Andrew en las cinco “palabras mágicas”: gracias, perdón, por favor, bienvenido y lo siento. Además, al hablar nosotros con los niños, pudimos apreciar lo sumamente agradecidos que están de recibir una educación y la motivación que tienen para estudiar en un futuro cercano en la universidad.

Por otro lado, a la vez que me alegraba al ver cómo las futuras generaciones tenían deseos de continuar sus estudios, me frustraba el hecho de saber que no sería viable económicamente para muchas de sus familias. Algunos tenían familias pobres, otros desestructuradas, otros eran huérfanos…y a día de hoy necesitan colaboración económica para poder acceder a la escuela de Nuestra Señora de la Paz, en Todonyang.

También visitamos otros centros educativos en Kapedor, Kokuselei, Kare-Edome y Nayanae-Kabaran. Allí los niños recibían tres comidas diarias y un vaso de leche a la semana. Además, la Misión de Todonyang, de la cual dependen estos cuatro centros, dispone de una clínica móvil que acudía una vez a la semana para atender a las personas enfermas de cada poblado, tras la celebración de la misa oficiada por el padre Andrew.

Siete de los diez componentes del grupo que fuimos, somos estudiantes de Medicina, algunos ya acabando la carrera. Por ello, decidimos que ayudar en el ámbito sanitario sería lo que mejor podríamos hacer. Nuestro papel allí, mayoritariamente, fue la renovación del dispensario médico que tenía la Misión de Todonyang. Nos encargamos de desembalar numerosas cajas que estaban almacenadas con decenas de medicamentos y nos dedicamos a clasificarlos según su función (antibióticos, corticoides, antimaláricos…). También tradujimos los prospectos médicos del español al inglés, pues voluntarios que habían ido con anterioridad llevaron medicamentos sin caer en la cuenta de que el enfermero y el auxiliar presentes en la Misión no serían capaces de entender lo que ponía en ellos. A su vez, resumimos las indicaciones terapéuticas que tenían, las contraindicaciones, las dosis que se debían administrar en cada caso, etc…

De esta forma, también nos dimos cuenta de que la sanidad es otro aspecto a mejorar en este territorio, y en el cual la MCSPA también trabaja y lleva a cabo proyectos. La clínica móvil es una muy buena iniciativa, además de proyectos oftalmológicos que ha habido en Turkana, y la educación sanitaria activa de profesionales de la salud como es el caso de una misionera española que conocimos en Kokuselei, Cecilia, pues ayuda a que la atención a la población sea lo mejor posible.

Son tantos los aspectos en los que trabaja la Comunidad Misionera de San Pablo Apóstol, tantas las necesidades que tiene Turkana y sus habitantes y tantas las personas que pueden ayudar a que la transformación sea real, que nosotros como grupo nos comprometemos a hablar sobre la realidad que existe en Turkana, un pueblo pobre económicamente pero rico en personas valientes, agradecidas, alegres y llenas de vitalidad. Queremos dar las gracias especialmente a Andrew y Cosmus (seminarista de la Misión), que han estado con nosotros en todo momento, y cuya alegría y optimismo, a pesar de la falta de medios, hacen posible que se de un nuevo paso cada día. También queremos agradecerle a Josephine, misionera en Todonyang, que haya compartido sus experiencias e historias que nos han acercado aún más al entendimiento de la realidad que existe en el país africano. Por nuestra parte, ya habiendo pasado un tiempo y aun estando lejos, no vamos a olvidar nunca lo que hemos vivido y visto allí, a las personas que hemos tenido la suerte de conocer, a los niños, que nos han enseñado tanto sin si quiera saberlo, a los que han compartido con nosotros sus historias, su tiempo, sus formas de ver la vida, y a los que han encendido en nosotros el espíritu solidario. Contad con nosotros para lo que haga falta.
Asante sana por tanto.
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Quería compartir este artículo que he escrito para un periódico de allí para que las personas cercanas de mi entorno conozcáis la realidad que existe en la zona de Kenia en la que he estado este verano. Para que sepáis de primera mano que somos unos auténticos afortunados. Ojalá todos tuviésemos cubiertas unas necesidades básicas para una vida digna, pero desgraciadamente no es así. Ni nosotros ni ellos tuvimos la elección de nacer en un sitio u otro del mapa. Pero sí tenemos la elección de mirar para otro lado (es lo fácil) o no hacerlo. Tenemos la capacidad de elegir sentirnos hermanos de ellos. Porque, al final, eso es lo que sentía cuando miraba a los ojos a personas tan absolutamente distintas a mí físicamente, con largos collares de colores, un saludo peculiar, un dialecto tan autóctono, con pelos tintados de cera, numerosos abalorios y una sonrisa incomparable. Qué distintos y a la vez qué iguales somos todos.

Ayudemos a los que no tuvieron la misma suerte. A los que no saben más allá de una vida sencilla, basada en la ganadería o la pesca. Ayudemos a esos niños que gracias a esta Fundación tienen la posibilidad de estudiar y formarse académica y personalmente. Sus padres no vivieron eso…muchos no saben más que el dialecto turkana, hacer casas con paja y ramas de árboles, llevar al ganado y pensar qué cocinar cada día. Era todo tan arcaico que costaba entender cómo la globalización no ha llegado a determinados puntos del mundo. Impactaba ver cómo con tan poco eran tan felices y más aún pensar cómo aquí tenemos tanto y a menudo, hay tanta gente infeliz…Aprendamos de ellos, pero también, ayudémosles a que tengan las herramientas para crecer como país, como sociedad, como personas. Todos nosotros somos personas individuales que poco podemos hacer desde aquí a nivel de actuación. Eso pensé yo y eso me frustraba estando allí. Luego pensé que soy una persona individual, sí, que poco puedo hacer, pero que quizás compartiendo mi experiencia y contando lo que he visto con mis propios ojos podría transmitir una mínima parte de cómo es la vida allí. Os animo a colaborar con todos los proyectos que lleva a cabo la Comunidad Misionera San Pablo Apóstol, que tan buena labor social y humana hace día tras día, formada por personas que se han entregado al 100% a la vida humanitaria. En las noticias sólo se habla de asesinatos, violaciones o corrupción…ojalá se le diera voz a la parte del mundo con buenas intenciones, acciones y a aquellos que escogen el camino más difícil pero en mi opinión, el más digno de admirar.

Os dejo un enlace donde podréis hacer donaciones para llevar a cabo proyectos en educación, sanidad y nutrición. Es una campaña puesta en marcha por otra chica que fue a la misma misión que nosotros y que también comparte su experiencia allí.

¡Juntos somos más! Os dejo un proverbio africano que me encanta: “Si quieres llegar deprisa ve solo, si quieres llegar lejos, ve acompañado”.

ASANTE SANA, MUCHAS GRACIAS.

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