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Una Vocación Movida – Eleni Tsegaw

26 octubre 2019 Posted by Noticias, Testimonios 0 thoughts on “Una Vocación Movida – Eleni Tsegaw”

Eleni Tsegaw, como miembro de la Comunidad Misionera de San Pablo Apóstol, narra su vocación que surgió de salir de su país natal, Etiopía y las alegrías que han llenado su vida como misionera.

Acababa de terminar mis estudios de secundaria y estaba planteándome qué hacer con mi vida, si continuar estudiando en la universidad o tal vez trabajar. Me encontraba en este debate, cuando conocí por primera vez a Cecilia Puig de la Comunidad Misionera de San Pablo Apóstol (MCSPA). Ella llevaba un año en Etiopia desarrollando proyectos para la gente más necesitada en el Valle de Angar Guten. Me parecía muy interesante lo que hacía, me preguntaba por qué lo hacía, y qué la movía a venir desde tan lejos a ayudar a gente que no conocía de nada, con la que no tenia  ningún vínculo … Pero todas estas preguntas las guardaba en mi corazón porque no hablaba inglés y Cecilia no hablaba amárico.

Cecilia me propuso que estudiara inglés para poder comunicarnos y explicarme todas las cosas que tenían en mente para desarrollar en Etiopia, así que estuve seis meses estudiando para tener una base y poder hablar. Una vez que terminé, viajé a Angar Guten para ver lo que allí hacían y tenían. Quedé muy impresionada por el trabajo que realizaban, tenían un dispensario y varios puntos de atención con la clínica móvil.

Guten era un pueblo pequeño, sin electricidad, sin agua y sin muchas cosas. En el Valle de Angar Guten en un principio habitaban los Oromos y los Gumuz, pero con la hambruna de los ochentas, el gobierno etíope trajo otras tribus del Norte de Etiopia, como los Amhara y los Tigray. Esto hacía del valle un lugar muy especial para trabajar, pues había que responder a las necesidades de cada una de las tribus. Con Cecilia solíamos caminar por las tardes y era usual que muchos niños nos siguieran por el camino. Ella me propuso que porque no hacíamos algo por ellos, pues no iban a las guarderías porque no existían y sólo unos pocos podían ir a la escuela primaria.

Yo en un principio vi claro que había que hacer algo por esos niños, que les hacía falta de todo, pero mi intención era estar por un periodo corto, y luego volver a Addis a estudiar y seguir con mi vida. Pero Dios tenía otro plan para mí y era que le siguiera, no por un tiempo, sino para toda la vida; cosa que no entendí en el primer momento.

Ese viaje fue muy especial, porque conocí de primera mano cómo eran otras partes de mi país que desconocía. Así que volví a Addis Abeba a estudiar puericultura, y durante este tiempo no paraba de pensar en los niños de Angar Guten. Una vez termine las clases volví con Cecilia y montamos allí una guardería, ¡la primera guardería! Que de hecho es más un Centro de Vida que una guardería,  porque todos tienen cabida, niños, madres, hermanos mayores, etc. incluso habían niños musulmanes, todos tienen un lugar allí.

Fuimos realizando varias actividades para los niños y las madres; y poco a poco me fui involucrando cada vez más, casi sin darme cuenta ya se me había olvidado la idea de volver a casa en Addis Abeba para seguir con mi vida; pues mi vida ahora era este lugar, esta gente, era Cecilia, era Paco, eran todos los de la MCSPA.

Una de las tantas visitas de Paco a Etiopia, marcó mucho lo que hoy es mi vida; esa vez me dijo que era necesario salir de mi país, por lo menos unos veinte años – cosa que yo pensé que era broma – y también me dijo que nadie era profeta en su tierra. Hoy entiendo que era una forma de abrirme los ojos, que él veía en mí la posibilidad de volar, de volar como un águila y ser libre para hacer el bien.

En ese momento me fue muy difícil entender la profundidad de este mensaje, hoy veo que era la Providencia, la mano de Dios que me invitaba a ser parte de una iglesia universal, me invitaba a un plan más amplio, más rico, más complejo.

A causa de esa salida de mi país tuve la oportunidad de viajar a Bolivia y estar más de un año, tanto en Santa Cruz de la Sierra como en Cochabamba. Allí teníamos trabajo con los niños y diferentes programas de desarrollo; en Colombia estuve en la Calera a las afueras de Bogotá trabajando en el desarrollo materno infantil. Luego me fui a vivir a Alemania con un grupo de mujeres de nuestra Comunidad, todas africanas; fueron años duros al principio por la lengua, por el clima y por la cultura, pero poco a poco eso tan duro se convirtió en un regalo para nuestras vidas, pues aprendimos a movernos por el mundo, encontramos amigos formidables que aun hoy están presentes en nuestra vida y nos siguen apoyando.

Durante estos años en Alemania, en Paderborn, nunca estuvimos solas, siempre iban a visitarnos alguno de la Comunidad como Paco. Siempre nos daban ánimo para seguir. En estos años no paramos de dar charlas sobre África en parroquias, colegios y diferentes grupos.

En cada charla me daba cuenta de lo mucho que anhelaba volver a Kenia o Etiopia, y se hacía más fuerte mi vocación. Y también me daba cuenta que cuando explicas otra visión de África la gente se enamora y quiere colaborar, pues en África no todo son desgracias como a veces lo muestran los medios, es un continente lleno de alegría y con gentes con un potencial enorme, que sólo están esperando que alguien les eche una mano.

Luego me fue a vivir a México, nuevamente a empezar de cero – siempre los inicios me han costado mucho; tenía que hablar español, nuevos amigos, nueva casa, nueva gente. Pero con la ayuda de Lourdes, Rosa y de las demás mujeres de la Comunidad, todo se hizo más fácil y fueron años en los que aprendí mucho. Trabajábamos en el barrio del Ajusco, que estaba a las afueras de la Ciudad de México. Allí el trabajo era con familias que habían migrado de otras partes de México y llegaban casi con lo puesto, a buscar oportunidades en la gran capital.

Nuestro foco de interés siempre han sido los niños porque son los más vulnerables, por eso teníamos una guardería que al cabo de unos años se convirtió en el Centro Materno Infantil San José. A mí me impresionó como pidiendo ayuda en el mismo país la gente respondía de forma positiva y nunca nos faltó apoyo en ese sentido; tanto la Central de Abastos como algunas empresas privadas nos donaban sus productos para el buen funcionamiento del Centro San José.

Pero aquí no termina la historia, después de estar ya acostumbrada a México, a sus gentes, volví a salir pero esta vez hacia a África, a Kenia, a Turkana. Y la historia vuelve a comenzar: nueva lengua, casa, gente …

Si miro atrás, sólo puedo decir que mi vida ha sido una bendición, pues han sido años moviéndome de un lugar a otro y sólo puedo decir que he cosechado muchas alegrías. Hoy quiero dar gracias a todos y especialmente a Cecilia porque despertó mi vocación y me ayudo a ser fuerte y seguir a Cristo, a Paco que me impulso a salir de mi país y me enseño que podía moverme en cualquier lado, ser una persona universal, vivir en cualquier lugar, con diferentes personas y sentir que cada lugar es mi casa, mi hogar.

Hoy entiendo mi vocación como una pequeña semilla que puso Dios en mi corazón, que yo misma no sabía que existía hasta que conocí a Cecilia y la despertó, luego vinieron otros como Paco, Lourdes, Escolástica y muchos otros que me han ayudado en este camino, que me han ayudado a ser fuerte, humilde, paciente, exigente, tantas cosas, que me faltarían hojas para poder describir lo mucho que cada uno ha aportado en mi vida. Quisiera invitar a tantas personas jóvenes que vienen a visitarnos a las misiones a que den el siguiente paso, el paso de quedarse para siempre y vivir una vida plena sirviendo a otros, porque yo descubrí que este es el camino a la felicidad.

Eleni Tsegaw MCSPA

Mi Vocación Misionera: Una Llamada al Compromiso por los Pobres

11 octubre 2019 Posted by Noticias, Testimonios 0 thoughts on “Mi Vocación Misionera: Una Llamada al Compromiso por los Pobres”

Quiero compartir brevemente el testimonio de mi vocación en este Mes Extraordinario Misionero, especialmente con tantos jóvenes en el mundo que han tenido la fortuna de crecer en países y familias que nos han dado tanto. Soy colombiana, y crecí con unos padres y hermanos maravillosos con los que viví con alegría mi fe católica desde pequeña. Además, crecí en una de las muchas parroquias de la Arquidiócesis de Bogotá, donde el ejemplo de buenos sacerdotes atrae a muchos a seguir a Cristo sin condiciones.

Sin embargo, y a pesar de tener tanto amor de personas cercanas, una extraña insatisfacción llenó mi vida durante los años vividos en la universidad. El dolor de tanta gente de mi país en permanente guerra y el sufrimiento de tantas personas en el mundo, me hacían sentir agradecida por cada cosa que tenía, pero a la vez dejaban mi corazón sediento, hambriento. Nada me saciaba. Mis estudios de psicología, no saciaban mi sed de justicia, mi sed de querer ser parte del plan de bondad que Dios tiene para todos. Muchos libros, mucha teoría, pero poca práctica, poco amor. Fueron momentos difíciles: intensos anhelos de querer cambiar el mundo y no saber cómo. Entre tanta confusión e insatisfacción de una joven bogotana que lo había tenido todo, Dios puso en mi camino, y de la forma más inesperada, mi felicidad.

Una mujer, enfermera y misionera en África durante muchos años, me invitó a ser parte de una familia excepcional: la Comunidad Misionera de San Pablo Apóstol. Con el entusiasmo de Cecilia, y el de muchos otros misioneros del grupo, mi vida encontró a un Jesús vivo: transformador de un mundo que clama justicia y amor. No puedo olvidar al padre Francisco Andreo – Paco-, quien revolucionó todos mis esquemas desde que lo conocí. Con él, el Evangelio comenzó a ser para mí algo vivo, activo, concreto, gracias a su excepcional amor por los más necesitados y especialmente por África. La manera como se comprometía, de principio a fin,  con quienes sufren marcó mi vocación para siempre. Su confianza en Dios era sorprendente, y su fe en la transformación de personas y lugares oprimidos por la desesperación, sigue, aun hoy, impulsando mi vida.

No hay palabras para agradecer aquellos momentos (hace 17 años) en que Dios me llenó de fortaleza para decir “Sí, te sigo, incondicionalmente y de por vida para ir donde me necesites”. Y aquí estoy, en un rincón de África llamado Turkana, lleno de personas sorprendentes que en medio de la extrema pobreza, del hambre, de la falta de agua y la escasez de oportunidades, están construyendo poco a poco un presente y un futuro más digno, a pesar de los innumerables retos.

¡Que bendición haber recibido la misión de convertir en un jardín este remoto lugar del desértico Turkana! Que felicidad ser parte de una familia misionera que desea comprometerse completamente con los más desfavorecidos, acompañándoles de forma permanente para anunciarles un Cristo que les ama aquí y ahora. Y que alegría encontrar en este camino, tantas personas generosas que nos ayudan a construir el Reino de Dios.

Reconozco que la fe en Dios de los turkanas y madurar juntos nuestra fe en Cristo, ha sido mi gran alegría y una enorme responsabilidad que comparto con mis compañeras de camino en la misión de Kokuselei. Misioneras laicas como yo, con quienes estamos construyendo una Iglesia viva y joven en medio de numerosas personas llenas de entusiasmo por hacer presente a Dios en sus vidas. Personas, que necesitan ser acompañadas, pastoreadas, hacia caminos de esperanza, de fe y de amor.

Aquí en África, cientos de personas están necesitadas de buenos pastores que les lleven donde hay vida, donde está Jesús. Pero nos faltan manos, sacerdotes misioneros y misioneras que deseen salir de su propia tierra para llegar a tantos que esperan el mensaje concreto del amor de Dios. Jóvenes que quieran dejarlo todo para seguir a Cristo y que estén dispuestos a ser enviados donde se necesite. Jóvenes que deseen superar ataduras y que estén listos a caminar en contra dirección de un mundo que muchas veces cierra las puertas al verdadero amor.

Soy feliz y sé que quien sigue a Cristo cien por ciento lo es. Como misionera, espero que este Mes Extraordinario Misionero siembre en los corazones de tantos jóvenes católicos alrededor del mundo la semilla de un amor sin miedo y de un amor comprometido con el anuncio de Jesús entre los más necesitados. Oro para que broten vocaciones dispuestas a traspasar fronteras y a unirse a la misión universal de la Iglesia.

Diana Trompetero – MCSPA

St. Joseph Lake Turkana Scouts Group

3 agosto 2019 Posted by Noticias 0 thoughts on “St. Joseph Lake Turkana Scouts Group”

Los Ruta del Grupo Scout Santa María del Pilar de Madrid han  compartido por segundo año consecutivo unas semanas con la Comunidad misionera de San Pablo Apóstol en la misión de Nariokotome, Turkana (MCSPA).

En esta ocasión han colaborado en actividades de concienciación y motivación en colegios, guarderías y familias turkana. También han aprovechado la oportunidad para formalizar el primer Grupo Scout de la misión: Saint Joseph Lake Turkana Scout Group.

Os dejamos aquí un resumen de su testimonio tras la experiencia con nosotros: “Hemos quedado muy impresionados con la labor de la misión y la esperanza que significa para el desarrollo de Turkana. Nos han hecho sentir en todo momento como en casa, incluyéndonos en la gran familia que son y dejándonos construir con ellos sus maravillosos proyectos. Esperamos ayudar en todo lo que esté en nuestra mano desde España y poder regresar pronto.”

 

Fiesta en Riokomor por el nuevo centro preescolar

3 mayo 2019 Posted by Noticias 0 thoughts on “Fiesta en Riokomor por el nuevo centro preescolar”

Los niños y familias de la comunidad de Riokomor celebraron el pasado 29 de abril la bendición de su nuevo preescolar: St. Teresa, Mother and Child Centre.

 Este centro educativo es un paso más dentro de un largo recorrido de esperanza ya iniciado por nuestro fundador Paco Andreo, pbro. (q.p.d) en esta zona del norte de Turkana. Por ello, nuestra Comunidad Misionera de San Pablo agradece a quienes, durante casi veinte años, han acompañado a las familias de Riokomor en la mejora de sus condiciones de vida con: la instalación de infraestructuras de agua, la atención sanitaria, el cuidado nutricional a los más pequeños, el apoyo a la educación primaria, y a todas aquellas iniciativas que nos han permitido traer la Buena Noticia a este lugar.

Gracias a todo ello y al centro materno infantil Sta. Teresa, los niños más pequeños podrán consolidar los cimientos de una vida más digna para todas sus familias. Agradecemos a nuestros amigos benefactores que están haciendo posible un mejor futuro para todos ellos.

Diana Trompetero, MCSPA

Encuentro de pioneros en Kokuselei

9 abril 2019 Posted by Noticias 0 thoughts on “Encuentro de pioneros en Kokuselei”

En los últimos años hemos podido poner en marcha 15 huertas en la zona de Kokuselei, cada una  resultado de numerosos esfuerzos por las dificultades de introducir la agricultura en un lugar donde la población no la había visto antes. Cada una de las huertas es una importante innovación en esta zona montañosa, rocosa y desértica donde el pastoreo ha sido siempre la única vía de supervivencia.

Hemos tenido el primer encuentro de agricultores de la zona de Kokuselei para compartir logros y problemas de este camino que han decidido recorrer, y que supone numerosos cambios en sus familias y comunidades. Todos se alegran de tener la posibilidad de producir alimentos y no depender únicamente del pastoreo de sus rebaños: inestable y debilitado por las constantes sequías.

Ha sido un encuentro de pioneros, personas concretas que producen sus propios alimentos para sus familias, que dinamizan la economía local y que incorporan nutrientes y vitaminas nuevas en la dieta de los turkanas, que ahora cuentan con verduras y frutas antes desconocidas.

El equipo de misioneras de la MCSPA en Kokuselei, agradecemos a todos los benefactores que han hecho posible las infraestructuras de agua y todo lo necesario para poner en marcha estas huertas, al equipo del programa Furrows in the Desert de la MCSPA en Lobur por acompañarnos en este camino, y a cada uno de los agricultores de Kokuselei que trabajan por una Turkana sin hambre.

Diana Trompetero, MCSPA

 

TESTIMONIO DE EMILIANO HERNÁNDEZ URRUTIA –

28 febrero 2019 Posted by Noticias, Testimonios 0 thoughts on “TESTIMONIO DE EMILIANO HERNÁNDEZ URRUTIA –”

Queridos amigos y benefactores;

Voy a intentar resumiros mi historia, apenas unas palabras que no pueden expresar todo lo vivido, pero que espero os ayuden a acercaros conmigo a este trocito de Africa donde nuestra ayuda es tan necesaria.

2009: MI PRIMER VERANO EN TURKANA.

Empecé este proyecto como un joven estudiante, hace 10 años, cuando fui por primera vez a Turkana invitado por los misioneros de la MCSPA.

Ese verano marcó mi destino y descubrí mi vocación de enfermero.

Unido a otros jóvenes, “los jóvenes Lobur”, empezamos este proyecto.

Lo que empezamos unos pocos jóvenes un verano del 2009, con un presupuesto de apenas 1500€ para comprar medicinas básicas y administrarlas desde los centros materno-infantiles de la Comunidad Misionera de San Pablo Apóstol, con el tiempo ha evolucionado hacia un proyecto de salud de referencia en esta zona remota de Turkana.

Echando la vista atrás, me emociona ver que pese a las dificultades que podéis imaginar, los Turkana siguen su camino adelante, progresan poco a poco, aunque en nuestra cultura y sentido de la eficiencia a veces nos desesperamos.

2012: GRAN DECISIÓN, SOMOS ENFERMEROS. ¡NOS VAMOS A TURKANA!

Como os contaba, ese verano del 2009 fue la semilla para tomar una gran decisión años más tarde con mi mujer Teresa, entonces mi novia.

En el 2012 decidimos pasar un año y medio en Turkana como enfermeros recién licenciados e impulsar la clínica móvil, aunque en los comienzos era una moto-móvil la que nos transportaba a los poblados, pero no tardamos mucho en recibir vuestro apoyo y nos donaron el coche para ser formalmente una Clínica móvil.

Muchos son los cambios acontecidos, como sabéis los que nos seguís a través de los boletines.

Otros jóvenes enfermeros nos han relevado, hasta que volvimos en el 2018 a vivir otro año Teresa y yo con nuestro hijo de un año, José. Mientras con el grupo de jóvenes Lobur y otros profesionales desde España hemos ayudado a que la Clínica se consolide y crezca.

2018: VOLVEMOS TERESA Y YO CON NUESTRO HIJO JOSÉ

Este año 2018, ha sido un reencuentro con Turkana y con la clínica móvil que se ha consolidado en un proyecto de salud más amplio, con nuevos retos, logros y dificultades.

Hemos vuelto desde un momento vital distinto, ya no somos esos jóvenes soñadores abriendo el camino con una vieja moto, esta vez lo hemos vivido desde una experiencia familiar, dejando nuestras seguridades en España y adaptándonos a una nueva Turkana, pues son muchos los cambios acontecidos desde nuestros comienzos en el 2012.

Cambios que quizás a ojos de los que estáis en España no son perceptibles o tampoco son apreciables por muchos Turkana que luchan cada día por su supervivencia.

A pesar de ser una asistencia a la salud en una inmensa zona donde no hay apenas nada, a pesar de todas las trabas burocráticas con el gobierno que hay que salvar y todos los peros y dificultades, creo que esta semilla que plantamos juntos en el 2012 ya da sus frutos, frutos que crecerán con nuestra perseverancia y unión, para lograr que, en uno de los lugares más olvidados del planeta, los Turkana tengan algún día la asistencia básica que cualquier ser humano necesita.

NOTICIAS DE ESTE AÑO.

Esta zona de Kenya está empezando a tener más personal y medios en sus dispensarios.

Los MOH, jefe médico de cada condado, controla un presupuesto adscrito a su zona y en gran medida lo implementan bien.

Como podéis imaginar es una mejoría y es esperanzador que se hagan presentes, pero queda mucho que hacer y Turkana sigue siendo un lugar muy aislado y de una pobreza y hambruna que no podemos ignorar.Estamos trabajando para integrarnos en el programa de salud del gobierno y que algún día nuestra labor quede en manos de los locales.

A pesar de todas las dificultades no olvidamos que lo que empezamos Teresa y yo con los años ya es un programa de salud con un equipo de dos españoles y dos kenianos y asistentes y empleados Turkana, algo que en el 2012 ni imaginábamos.

LA EMERGENCY ROOM EN LA MISION, ¡UNA MARAVILLA!

Este año por los avatares y dificultades del clima, tres meses de lluvia que hacían inaccesibles los caminos y por la acción del gobierno, hemos estado trabajando mas desde la Emergency room.

Sé que ha sido un quebradero de cabeza y sobretodo un esfuerzo económico, pero ¡qué bien se trabaja, qué cambio, qué orden y sobretodo qué nivel de atención más bueno!

En la Emergency Room, o “futuro dispensario”, no hemos parado de atender emergencias, muchas de ellas bastante graves, otras llenas de vida, pues todos los partos de la zona y ecografías suceden aquí, ¡¡¡que maravilla!!

También hay que destacar el conocido caso de Asibitar, una bebé con cáncer que ha recibido una asistencia especial, que vive gracias al nunca desmedido esfuerzo de los benefactores y de nuestro equipo, especialmente Teresa Y Josephine.

De nuevo somos la referencia en la zona igual que lo fuimos con la clínica móvil, seguimos abriendo pequeños caminos para el futuro de la salud en Turkana.

NUEVO LABORATORIO EN LA EMERGENCY

Gracias al apoyo de la universidad de Alcalá de Henares y su programa de Cooperación, hemos recibido a Cristina, especializada en microbiología y parasitología que, con Martín, también enfermero de nuestra clínica móvil en el pasado, han montado este laboratorio.

Seguimos en contacto con la Universidad para continuar con esta labor, donde para empezar en su primera estancia, Martin y Cristina han detectado un tipo de malaria que no consideraban en la zona.

¡HASTA SIEMPRE!

Ha llegado el final de nuestra estancia en Turkana y hemos pasado el testigo de nuevo por unos meses a Paula, también enfermera de la Clínica en el pasado y repetidora estos meses de transición.

Muy pronto Paula nos mandará noticias y nos presentará a Iona, médico de Tenerife que viene un año a trabajar a la Clínica y ahora también Emergency room.

Hasta aquí os puedo contar.

Seguiremos apoyando desde donde estemos este precioso proyecto que crece con nosotros y que da esperanza a aquellos que como Asibitar sobrevive a su enfermedad, proyecto que da consuelo a madres que recorren kilómetros con un hijo moribundo, da Paz a aquellos que están muriendo en nuestras manos y donde nuestra asistencia es siempre alivio para los que sufren.

Mi mujer Teresa, mi hijo José y yo ahora tomamos otro camino, volvemos a España llevando a Turkana siempre en el corazón.

Volvemos profundamente agradecidos a los Misioneros, amigos con los que hemos aprendido tantas cosas y seguiremos aprendiendo y creciendo con ese espíritu tan fuerte que entrega la vida a los demás, a nuestros compañeros-as, con quienes hemos creado una unión más allá de la profesional, a Mamen por su paciencia, a nuestra familia turkanera, los “Jóvenes Lobur”

y a vosotros queridos benefactores que lo hacéis posible.

EMILIANO HERNANDEZ URRUTIA

UNA NAVIDAD LLENA DE AGRADECIMIENTOS

23 diciembre 2018 Posted by Noticias 0 thoughts on “UNA NAVIDAD LLENA DE AGRADECIMIENTOS”

Esta Navidad, la misión de Kokuselei agradece a todos los que hacen posible el agua, el alimento, la salud, la educación y la amistad en este lugar del norte de Kenia, donde el esfuerzo de muchos está transformando el sufrimiento en esperanza.

Celebramos el Nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios que viene al mundo para que lo conozcamos, para mostrarnos el camino de la Vida. Por ello, agradecemos a todos los que nos han ayudado a abrir caminos de fe en este lugar.

 

Este año celebraremos la Navidad en nuestra nueva iglesia dedicada a María, Madre de la Iglesia; en este video puedes ver cómo empezó la comunidad cristiana hasta la inauguración que celebramos el 1 de agosto 2018

Iglesia Maria, Madre de la Iglesia – Comunidad Misionera de San Pablo MCSPA

Video

Testimonio de Marta Guzman Perez

7 noviembre 2018 Posted by Testimonios 0 thoughts on “Testimonio de Marta Guzman Perez”

Una experiencia humana inolvidable. Así describimos cómo ha sido nuestro viaje a Kenia un grupo de diez estudiantes de la Región de Murcia, al sureste de España.

Todo comenzó a raíz del interés que algunos de nosotros teníamos por hacer algún tipo de voluntariado en África. Fue ya hace un par de años cuando acudí con mi padre a una cena benéfica en Murcia. En esta, el padre Fernando, junto a algunas chicas que habían vivido la experiencia del voluntariado en Malawi y Kenia, nos explicaron todos los proyectos que se estaban llevando a cabo y cómo era la vida allí.

Recuerdo las imágenes de trabajadores construyendo una presa en Turkana, la zona más árida de Kenia. Y es que el noroeste de Kenia ha sufrido importantes sequías durante los últimos años, llegando a registrar una cuantía de precipitaciones inferior a 200cc en un año. Algo tan esencial como es el agua, un bien básico para la vida, se está trabajando día tras día en estas zonas para poder disponer de ella. La Comunidad Misionera de San Pablo Apóstol promueve la creación y desarrollo de recursos acuíferos sostenibles y accesibles. Además, lleva a cabo proyectos de nutrición, salud y educación, acercándose, no sin un enorme esfuerzo diario, a una absoluta transformación social en Turkana.

Esta asombrosa ambición y lucha por el cambio, la he podido ver junto a mis compañeros estos 25 días en Kenia. La labor social que está realizando el padre Andrew en la Misión de Todonyang es inmensa. Me atrevería a decir, que es una persona plenamente consciente de que el cambio real de un pueblo se encuentra en la educación. En cada misa y en cada aula se invitaba a la reflexión. Se abordaban temas como la paz, tan necesaria en este lugar fronterizo en el que el conflicto entre la tribu turkana (Kenia) y la tribu marile (Etiopía) sigue vigente tras años de enfrentamientos a los que el gobierno keniano hace oídos sordos. También se hablaba de valores éticos como la generosidad, el respeto, la amabilidad, el amor.

Nos llamó mucho la atención el hincapié que hacía el padre Andrew en las cinco “palabras mágicas”: gracias, perdón, por favor, bienvenido y lo siento. Además, al hablar nosotros con los niños, pudimos apreciar lo sumamente agradecidos que están de recibir una educación y la motivación que tienen para estudiar en un futuro cercano en la universidad.

Por otro lado, a la vez que me alegraba al ver cómo las futuras generaciones tenían deseos de continuar sus estudios, me frustraba el hecho de saber que no sería viable económicamente para muchas de sus familias. Algunos tenían familias pobres, otros desestructuradas, otros eran huérfanos…y a día de hoy necesitan colaboración económica para poder acceder a la escuela de Nuestra Señora de la Paz, en Todonyang.

También visitamos otros centros educativos en Kapedor, Kokuselei, Kare-Edome y Nayanae-Kabaran. Allí los niños recibían tres comidas diarias y un vaso de leche a la semana. Además, la Misión de Todonyang, de la cual dependen estos cuatro centros, dispone de una clínica móvil que acudía una vez a la semana para atender a las personas enfermas de cada poblado, tras la celebración de la misa oficiada por el padre Andrew.

Siete de los diez componentes del grupo que fuimos, somos estudiantes de Medicina, algunos ya acabando la carrera. Por ello, decidimos que ayudar en el ámbito sanitario sería lo que mejor podríamos hacer. Nuestro papel allí, mayoritariamente, fue la renovación del dispensario médico que tenía la Misión de Todonyang. Nos encargamos de desembalar numerosas cajas que estaban almacenadas con decenas de medicamentos y nos dedicamos a clasificarlos según su función (antibióticos, corticoides, antimaláricos…). También tradujimos los prospectos médicos del español al inglés, pues voluntarios que habían ido con anterioridad llevaron medicamentos sin caer en la cuenta de que el enfermero y el auxiliar presentes en la Misión no serían capaces de entender lo que ponía en ellos. A su vez, resumimos las indicaciones terapéuticas que tenían, las contraindicaciones, las dosis que se debían administrar en cada caso, etc…

De esta forma, también nos dimos cuenta de que la sanidad es otro aspecto a mejorar en este territorio, y en el cual la MCSPA también trabaja y lleva a cabo proyectos. La clínica móvil es una muy buena iniciativa, además de proyectos oftalmológicos que ha habido en Turkana, y la educación sanitaria activa de profesionales de la salud como es el caso de una misionera española que conocimos en Kokuselei, Cecilia, pues ayuda a que la atención a la población sea lo mejor posible.

Son tantos los aspectos en los que trabaja la Comunidad Misionera de San Pablo Apóstol, tantas las necesidades que tiene Turkana y sus habitantes y tantas las personas que pueden ayudar a que la transformación sea real, que nosotros como grupo nos comprometemos a hablar sobre la realidad que existe en Turkana, un pueblo pobre económicamente pero rico en personas valientes, agradecidas, alegres y llenas de vitalidad. Queremos dar las gracias especialmente a Andrew y Cosmus (seminarista de la Misión), que han estado con nosotros en todo momento, y cuya alegría y optimismo, a pesar de la falta de medios, hacen posible que se de un nuevo paso cada día. También queremos agradecerle a Josephine, misionera en Todonyang, que haya compartido sus experiencias e historias que nos han acercado aún más al entendimiento de la realidad que existe en el país africano. Por nuestra parte, ya habiendo pasado un tiempo y aun estando lejos, no vamos a olvidar nunca lo que hemos vivido y visto allí, a las personas que hemos tenido la suerte de conocer, a los niños, que nos han enseñado tanto sin si quiera saberlo, a los que han compartido con nosotros sus historias, su tiempo, sus formas de ver la vida, y a los que han encendido en nosotros el espíritu solidario. Contad con nosotros para lo que haga falta.
Asante sana por tanto.
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Quería compartir este artículo que he escrito para un periódico de allí para que las personas cercanas de mi entorno conozcáis la realidad que existe en la zona de Kenia en la que he estado este verano. Para que sepáis de primera mano que somos unos auténticos afortunados. Ojalá todos tuviésemos cubiertas unas necesidades básicas para una vida digna, pero desgraciadamente no es así. Ni nosotros ni ellos tuvimos la elección de nacer en un sitio u otro del mapa. Pero sí tenemos la elección de mirar para otro lado (es lo fácil) o no hacerlo. Tenemos la capacidad de elegir sentirnos hermanos de ellos. Porque, al final, eso es lo que sentía cuando miraba a los ojos a personas tan absolutamente distintas a mí físicamente, con largos collares de colores, un saludo peculiar, un dialecto tan autóctono, con pelos tintados de cera, numerosos abalorios y una sonrisa incomparable. Qué distintos y a la vez qué iguales somos todos.

Ayudemos a los que no tuvieron la misma suerte. A los que no saben más allá de una vida sencilla, basada en la ganadería o la pesca. Ayudemos a esos niños que gracias a esta Fundación tienen la posibilidad de estudiar y formarse académica y personalmente. Sus padres no vivieron eso…muchos no saben más que el dialecto turkana, hacer casas con paja y ramas de árboles, llevar al ganado y pensar qué cocinar cada día. Era todo tan arcaico que costaba entender cómo la globalización no ha llegado a determinados puntos del mundo. Impactaba ver cómo con tan poco eran tan felices y más aún pensar cómo aquí tenemos tanto y a menudo, hay tanta gente infeliz…Aprendamos de ellos, pero también, ayudémosles a que tengan las herramientas para crecer como país, como sociedad, como personas. Todos nosotros somos personas individuales que poco podemos hacer desde aquí a nivel de actuación. Eso pensé yo y eso me frustraba estando allí. Luego pensé que soy una persona individual, sí, que poco puedo hacer, pero que quizás compartiendo mi experiencia y contando lo que he visto con mis propios ojos podría transmitir una mínima parte de cómo es la vida allí. Os animo a colaborar con todos los proyectos que lleva a cabo la Comunidad Misionera San Pablo Apóstol, que tan buena labor social y humana hace día tras día, formada por personas que se han entregado al 100% a la vida humanitaria. En las noticias sólo se habla de asesinatos, violaciones o corrupción…ojalá se le diera voz a la parte del mundo con buenas intenciones, acciones y a aquellos que escogen el camino más difícil pero en mi opinión, el más digno de admirar.

Os dejo un enlace donde podréis hacer donaciones para llevar a cabo proyectos en educación, sanidad y nutrición. Es una campaña puesta en marcha por otra chica que fue a la misma misión que nosotros y que también comparte su experiencia allí.

¡Juntos somos más! Os dejo un proverbio africano que me encanta: “Si quieres llegar deprisa ve solo, si quieres llegar lejos, ve acompañado”.

ASANTE SANA, MUCHAS GRACIAS.

Nuevo “look” del Jardín de Infancia San Juan Evangelista Kare-Edome

21 octubre 2018 Posted by Noticias 0 thoughts on “Nuevo “look” del Jardín de Infancia San Juan Evangelista Kare-Edome”

El Jardín de Infancia (ECD) de San Juan Evangelista Kare-Edome es uno de nuestras guarderías en la Misión de Todonyang. Cuenta con 100 niños que reciben educación y comida (desayuno y almuerzo) de lunes a sábado.

Hace ya 1 año que los niños de Kare-Edome pasaron de estudiar debajo de un árbol al edificio actual, y ahora el ECD ha sido bendecido con un nuevo edificio y una nueva apariencia. Nos gustaría agradecer a la comunidad local, a la parroquia y a los donantes que han hecho posible la mejora de la guardería de St. John the Evangelist ECD, con un aula, un comedor, una oficina y un dispensario. Ahora los niños, las madres y los ancianos pueden recibir servicios como atención médica y programas de alimentación para combatir la desnutrición. Los niños tienen un maestro y un ayudante, y así poco a poco se les ayuda a integrarse en el sistema educativo.

La comunidad local está tomando conciencia de la importancia de permitir que sus hijos aprendan, además de cuidar del ganado familiar. Se están convenciendo lentamente sobre esto, pero aún queda mucho por hacer, ya que las costumbres y creencias tradicionales de la comunidad están bastante arraigadas.

Se perforó un pozo y ahora se bombea agua con energía solar. Las familias pueden alimentar a sus animales y tener agua para su propio uso. Fue posible establecer un huerto donde se enseña a las personas sobre técnicas de cultivo para cultivar sus propios alimentos y así, combatir el hambre y la desnutrición.

La disponibilidad de tales instalaciones ha mejorado la higiene y las personas han hecho hogares más permanentes.

Y finalmente todo esto ha facilitado el trabajo de evangelización.

Oramos para que todos estos proyectos puedan seguir adelante y para que las familias puedan mejorar poco a poco su bienestar.

Josephine Amuma, MCSPA

Aterrizar Y Enamorarte del Lugar, Turkana Junio 2018

27 julio 2018 Posted by Noticias, Testimonios 0 thoughts on “Aterrizar Y Enamorarte del Lugar, Turkana Junio 2018”

Aterrizar y enamorarte del lugar, de su gente y de sus colores, es todo una misma cosa. Es cierto que lo de “aterrizar” suena ligeramente efímero teniendo en cuenta lo complicado que es llegar a este pequeño paraíso escondido en el lugar más recóndito al que haya accedido jamás. Pero se llega, y merece la pena.

Un 15 de Junio aterrizábamos tras el cuarto y último vuelo que tienes que coger para llegar a Kokuselei, Turkana (Kenia). La vista desde la avioneta que te lleva de Lodwar a Kokuselei es espectacular: un paraje infinito de tierra, habitada únicamente por algunos árboles que han tenido la valentía de seguir viviendo en un lugar en el que apenas llueve 3 o 4 veces al año. A medida que te acercas a la misión se ve la nueva iglesia, todavía en construcción, y las edificaciones de las chicas. Un pequeño quiebro y se encara una pista de aterrizaje que tienes suerte si esa mañana el rebaño de cabras no está pasando por allí en su búsqueda incansable de alimento.

Y allí te plantas, con una temperatura difícil de soportar para una blanquita con cara de estar más perdida que en toda su vida. Pero lo primero y único que ves son sonrisas, saludos, risas, gestos de cariño y un ejército de renacuajos que te ayudan encantados con la ingente cantidad de equipaje con la que siempre se llega a Turkana. Y entonces te das cuenta de que va a ser una vivencia que te va a cambiar, y que te va a enseñar muchísimo más de lo que tú puedas aportarles a ellos.

Y así es. Desde el primer momento aprendes y convives con una cultura casi absolutamente opuesta a la nuestra, entre unas gentes cuyas condiciones de vida no son ni siquiera comparables con las que has conocido hasta ahora. Y, sin embargo, cuesta encontrar diferencias con ellos: te sientes desde el primer momento absolutamente identificada con sus necesidades y con sus ilusiones.

Podría pasarme días intentando describir el maravilloso paisaje árido e inalcanzable a la vista, las montañas, sus pastores, las costumbres y su amor al color, la música y la danza. Podría hablar de todos y cada uno de los piojillos (small people) que siguen a Rocío hasta el fin del mundo, con una devoción y un cariño infinitos. Pero hay que sentirlo, hay que correr con ellos, reírte, jugar, y luchar por encontrar un espacio en el coche entre enfermos, madres del mercado, niños cargados de energía y cabras. Hay que sentir su ritmo de vida y ser capaz de acompasar el tuyo a ese rincón lleno de paz y esperanza. Hay que saborear ese último momento de luz del día, cuando el sol te da un respiro y aprecias el paisaje con calma, agradeciendo otro maravilloso día.

Y hay que entender lo increíble de la labor de las chicas de la misión en particular y de la comunidad en general. No sólo por lo más evidente: dedicar absolutamente cada segundo de su vida a los demás, sin prejuicios, sin avaricia, sin envidias o comparaciones, sin pertenencias. Ellos, todo lo que son, por un proyecto que no se parece en nada a lo que estamos acostumbrados, por un proyecto mucho más trascendente: las personas. Cada persona es un reto y una ilusión, y cada día un poco más de tiempo para exprimirlo al máximo y poder darles tantas oportunidades como hemos tenido nosotros. No tienen un trabajo, sino una dedicación continua que forma parte de ellos y que les hace ser quienes son.

Pero lo más admirable – sobre todo para mí, que miro embobada a una hermana mayor que siempre intenté imitar, y que ahora ya ha pasado absolutamente a otra categoría imposible de alcanzar – es la capacidad que han tenido de pasar a ser parte de la comunidad, a ser queridas y respetadas, a enseñarles desde sus costumbres y su perspectiva aquello que a ellos tanto les llena y tan felices les hace. Y eso sí es difícil de describir. Y esa ilusión les ha permitido hacer evolucionar la comunidad de manera espectacular, pero manteniendo siempre los principios y valores que hacen posible que una sociedad crezca de manera robusta. Y he visto en los ojos de los Turkana la misma admiración que siento yo misma: respetuosos y cariñosos saludos, aprendiendo de ellos, observándolos, añadiendo poco a poco a sus costumbres lo que adquieren de los misioneros gracias a su sencillez y curiosidad. Es una convivencia armoniosa que les está permitiendo crecer juntos, haciendo que los recursos y la información que reciben les haga más libres y más capaces.

Queda solo decir que mi aportación como diseñadora de carteles, ideadora de manualidades o maestra de circuitos eléctricos no fue más que una mínima muestra comparado a todo lo que la estancia en Kokuselei me aportó a mí. Y es que desde el primer día comprendí que debía confiar ciegamente en ellos y dejarme llevar, y mi alegría y mi capacidad de aprendizaje fluyeron desde el primer momento. Aprendí del respeto a los mayores, de la fortaleza de la mujer, de la importancia de los gestos y las costumbres, de la utilidad de las onomatopeyas. Entendí lo gratuito que es un saludo, y lo mucho que puede significar. Y, por todo el tiempo que pasé con ellos, aprendí de la importancia de la sencillez, la ingenuidad, la generosidad, la capacidad de trabajo, la curiosidad, el respeto y las ganas de aprender de los niños. Los niños de Rocío, como a mí me gusta llamarlos, son una ejército de enanos que corren, ríen, cocinan, juegan y aprenden dentro y fuera de las inmediaciones de la misión, y ayudan y acompañan a Rocío siempre que pueden, conociendo y adorando su disciplina y su genio, y apreciando las sonrisas que tan generosamente les regala, con una mirada pilla que les hace entender que están a salvo y que pueden jugar, saltar, vivir y crecer. Ha sido maravilloso observar y entender esa sintonía, como hermana, como persona y como cristiana. Sólo me sale una palabra: ejemplo.

Gracias por compartir con nosotros vuestro paraíso.

Blanca Aguirre

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