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Misioneros en Tiempos Revueltos

11 octubre 2020 Publicado por Noticias 0 comentarios sobre “Misioneros en Tiempos Revueltos”

Comunidad Misionera de San Pablo Apóstol en Muketuri, Etiopía.

A principios del 2020 la realidad social en Etiopía ya era complicada por las inminentes elecciones generales que a este país le toca convocar este año. Después de casi tres décadas de estar el mismo partido en el poder, Etiopía se enfrenta a un “aggiornamento” urgente que responda a las inquietudes de una sociedad afectada en un gran porcentaje de una pobreza extrema , diferentes realidades étnicas y culturales, y, una juventud numerosa que conoce el mundo por las redes sociales y quiere un trabajo justo que le permita vivir con dignidad.

Por si fuera poco, el preparar unas elecciones democráticas en un país como Etiopía, con mas de 50 millones de votantes (con una población de 105 millones de habitantes), en marzo nos invadió la realidad global de la pandemia del Covid19. Etiopía fue de los países que reaccionó más rápido con medidas como cerrar escuelas, universidades, oficinas, regular transportes. Pero lo peor ha sido hacer frente a las consecuencias económicas del ciudadano de a pie. Un 80% de los trabajos en Etiopía no están regulados con un contrato laboral: si uno no trabaja, no cobra. Muchos obtienen lo que necesitan simplemente para comer diariamente. La pérdida de empleo que se ha producido en todos los países, en Etiopía, adquiere una relevancia inmensa, donde es imposible hacer un confinamiento, porque éste supondría morirse de hambre.

Durante todos estos meses desde marzo, los miembros de la MCSPA han querido estar cerca de la gente, haciendo frente a la mayor necesidad: una alimentación digna. A las familias de los niños más pobres del centro Materno infantil y del programa de niños con desnutrición se les ha aportado alimentos semanalmente, granos, verduras, huevos, leche y jabón. A los campesinos, que ven aumentar los precios de los alimentos día a día se les apoyado con semillas mejoradas de patatas para sembrar y obtener una buena cosecha. Y, siempre, cada semana, hemos rezado juntos, por todos los afectados por la pandemia, en Etiopía y en el mundo, especialmente los países de donde vienen todos los años voluntarios y visitantes y, que ya forman parte de Muketuri.

La gente humilde nos ha demostrado, una vez más, su generosidad, rezando una y otra vez de forma muy especial por nuestras familias y amigos; en todas sus oraciones han incorporado a los “extranjeros que nos ayudan y nos quieren”, a modo de plegaria universal. Un buen signo de la misión ad gentes, nos une el amor mutuo, la oración, y, la vulnerabilidad ante las catástrofes.

Damos gracias a Dios por la posibilidad de compartir nuestra vida entre los etíopes, y, por contar con tantos benefactores, amigos, voluntarios que forman parte de esta aventura de anunciar la Buena Noticia en Etiopía.

Lourdes Larruy, MCSPA

Día 5: Como obras de arte

7 octubre 2020 Publicado por Noticias, Story Pages 0 comentarios sobre “Día 5: Como obras de arte”

Lo que mantiene viva mi vocación como misionera en Etiopía, es la esperanza de construir un mundo más justo. Creando oportunidades para todas las personas que Dios va poniendo en el camino, a través de nuestro trabajo diario.

Hay mucho por hacer y algunas veces me siento impotente ante retos que nos superan. Pero ahí, en esa impotencia humana, está el reconocer que Dios es el verdadero protagonista de la historia, y yo, soy simplemente una pieza más, que si quiero puedo permitirle actuar.

Ante esta realidad, los milagros empiezan a tener color y ángeles entran en escena para ayudarnos en lo que nosotros no podemos hacer solos. Personas comunes que de algún modo se sienten inspirados y contribuyen para que las cosas salgan adelante.

De este modo, Dios hace verdaderas obras de arte para la construcción de su Reino en la tierra. Estas son las luces que han iluminado mi vocación durante estos casi 18 años. Gracias a todos esos ángeles que han aportado en mi vida para la construcción del Reino.

Sarai Zavala, MCSPA

Día 5: Como obras de arte

7 octubre 2020 Publicado por Noticias, Story Pages 0 comentarios sobre “Día 5: Como obras de arte”

Lo que mantiene viva mi vocación como misionera en Etiopía, es la esperanza de construir un mundo más justo. Creando oportunidades para todas las personas que Dios va poniendo en el camino, a través de nuestro trabajo diario.

Hay mucho por hacer y algunas veces me siento impotente ante retos que nos superan. Pero ahí, en esa impotencia humana, está el reconocer que Dios es el verdadero protagonista de la historia, y yo, soy simplemente una pieza más, que si quiero puedo permitirle actuar.

Ante esta realidad, los milagros empiezan a tener color y ángeles entran en escena para ayudarnos en lo que nosotros no podemos hacer solos. Personas comunes que de algún modo se sienten inspirados y contribuyen para que las cosas salgan adelante.

De este modo, Dios hace verdaderas obras de arte para la construcción de su Reino en la tierra. Estas son las luces que han iluminado mi vocación durante estos casi 18 años. Gracias a todos esos ángeles que han aportado en mi vida para la construcción del Reino.

Sarai Zavala, MCSPA

La Unión hace la Fuerza

2 marzo 2020 Publicado por Noticias 0 comentarios sobre “La Unión hace la Fuerza”

El pasado viernes, 28 de febrero, fue un día muy especial en Mechela Andode, Muketurri (Etiopía). 85 personas de la comunidad local participaron en la construcción de la valla que entregará seguridad y protección al huerto que provee de verdura a los niños de la guardería niños.

Conscientes del espacio en que sus hijos e hijas aprenden, no sólo asuntos académicos, sino también aspectos de la vida en comunidad y valores que los y las forman como personas activas del lugar que habitan, los padres y madres asistieron al lugar aportando los materiales (vallas de madera) y su esfuerzo para concretar el proyecto mencionado. También se comprometieron a seguir trabajando a futuro juntos en pos del bienestar de sus hijos.

La actividad finalizó con todos los participantes muy contentos compartiendo té y pan que regalaron las misioneras de la Comunidad Misionera de San Pablo a fin de compartir y fortalecer los vínculos entre la comunidad.

Josephine Amuma MCSPA

Encuentro de Jóvenes y Coros en Ave María

2 febrero 2020 Publicado por Noticias 0 comentarios sobre “Encuentro de Jóvenes y Coros en Ave María”

El martes, 28 de enero, groupos de jóvenes y coros de todo el arciprestazgo de la Diócesis Católica de Tombura-Yambio (Sudán del Sur), llegaron a la parroquia de Ave María. En total eran 583 personas de 8 parroquias que componen el arciprestazgo. La mayoría llegaron a pie, recorriendo entre 30 y 50 km para llegar a Ave María, aunque algunos vinieron en bicicleta o en moto. Llevaban su propia comida para estos días. En Ave María los alojamos en el centro materno.infantil, la escuela primaria y la secundaria. Este era su encuentro anual.

Iban acompañados por el P. Mark, vicario episcopal y párroco de Tombura, y por el P. Vairi, párroco de Mupoi. También vino de Yambio para este encuentro la hermana Irene, coordinadora diocesana de juventud. Durante los días que estuvieron en Ave María, a parte de la eucaristía por la mañana y del rosario al atardecer que duraba cada día una hora, tuvieron charlas sobre paz y reconciliación, fe, liturgia, HIV y automantenimiento.

El viernes, 31 de enero, hubo la misa solemne de San Juan Bosco, su santo patrón. Se celebró al aire libre con presencia de autoridades venidas de Tombura y Source Yubu y mas de 1.500 fieles. La celebración terminó el viernes con baile hasta pasada media noche.

El sábado, 1 de febrero, los diferentes grupos regresaron a sus respectivas parroquias.

A pesar de las dificultades, que presenta la vida diaria en un país como Sudán del Sur, es un signo de esperanza comprobar que la fe de los jóvenes es tan grande. Rezamos para que la paz prevalezca y que el desarrollo vaya viniendo poco a poco.

P. Avelino Bassols MCSPA

Así Me Buscó Dios: P. Manuel Hernández (Manolo)

28 octubre 2019 Publicado por Noticias, Testimonios 0 comentarios sobre “Así Me Buscó Dios: P. Manuel Hernández (Manolo)”

Los caminos de los que Dios se vale para llamarnos a seguirle son muy variados. La historia de la llamada vocacional de cada uno es única, peculiar y distinta de todas las demás.

En mi caso, cuando yo terminé los estudios de educación primaria mis padres eligieron el Seminario Menor en nuestra diócesis de Ciudad Rodrigo (España) para que continuara con mi educación secundaria y, si Dios me llamaba a ello, más

En el Seminario Menor recibí, durante cuatro años, una esmerada formación religiosa, académica y humana. Al acabar la secundaria decidí continuar con los estudios universitarios en Salamanca para así irme preparando para más tarde hacer frente a la difícil aventura de la vida. Mi etapa como estudiante en Salamanca pasó rápidamente y al cabo de tres años había completado los estudios de Técnico en Empresas y Actividades Turísticas y estaba dispuesto para comenzar la vida laboral.

De todos modos, al término de mis estudios en vez de empezar a trabajar de inmediato decidí marchar a Inglaterra a perfeccionar los conocimientos de inglés. Por un cúmulo de circunstancias ter- miné viviendo en St. Joseph College en Londres, casa central de la Sociedad Misionera de San José, conocida popularmente como Misioneros de Mill Hill. Lo que en un principio parecía iba a ser una etapa gris y monótona de mi vida se convirtió en una periodo muy importante, crucial. Mi vida iba a cambiar por completo y a tomar un nuevo rumbo, totalmente inesperado.

Por aquel entonces vivían y estudiaban en St. Joseph College dos seminaristas, hoy sacerdotes, de la Comunidad Misionera de San Pablo Apóstol, los padres Francisco Moro y Fernando Aguirre. En mis ratos libres comencé a acompañarles en sus diferentes apostolados como seminaristas y miembros de la Comunidad en Londres. Juntos visitamos infinidad de veces a la comunidad española de Fulham, participamos en retiros espirituales en la abadía benedictina de Ampleforth o les acompañé a dar charlas de animación misionera a diferentes parroquias donde eran invitados. Poco a poco fue renaciendo en mí la llama de la vocación, aunque yo siguiera afirmando que no tenía nada claro lo de ser sacerdote y menos aún misionero.

Fue a partir de mi primera visita a África con el Padre Francisco Andreo, a finales de 1991, cuando vi claramente que el lugar para seguir a Cristo era la Comunidad Misionera de San Pablo Apóstol y la forma era como sacerdote allí donde Dios me quisiera enviar.

Desde esa primera visita han pasado más de diez años, y yo sigo trabajando en África. Cuando miro hacia atrás y veo mis miedos y dudas iniciales me doy cuenta de que tenemos que tener más fe y confiar más en los caminos, a veces inverosímiles, por los que Dios nos invita a seguirle.

P. Manuel Hernández, MCSPA

 

 

Una Vocación Movida – Eleni Tsegaw

26 octubre 2019 Publicado por Noticias, Testimonios 0 comentarios sobre “Una Vocación Movida – Eleni Tsegaw”

Eleni Tsegaw, como miembro de la Comunidad Misionera de San Pablo Apóstol, narra su vocación que surgió de salir de su país natal, Etiopía y las alegrías que han llenado su vida como misionera.

Acababa de terminar mis estudios de secundaria y estaba planteándome qué hacer con mi vida, si continuar estudiando en la universidad o tal vez trabajar. Me encontraba en este debate, cuando conocí por primera vez a Cecilia Puig de la Comunidad Misionera de San Pablo Apóstol (MCSPA). Ella llevaba un año en Etiopia desarrollando proyectos para la gente más necesitada en el Valle de Angar Guten. Me parecía muy interesante lo que hacía, me preguntaba por qué lo hacía, y qué la movía a venir desde tan lejos a ayudar a gente que no conocía de nada, con la que no tenia  ningún vínculo … Pero todas estas preguntas las guardaba en mi corazón porque no hablaba inglés y Cecilia no hablaba amárico.

Cecilia me propuso que estudiara inglés para poder comunicarnos y explicarme todas las cosas que tenían en mente para desarrollar en Etiopia, así que estuve seis meses estudiando para tener una base y poder hablar. Una vez que terminé, viajé a Angar Guten para ver lo que allí hacían y tenían. Quedé muy impresionada por el trabajo que realizaban, tenían un dispensario y varios puntos de atención con la clínica móvil.

Guten era un pueblo pequeño, sin electricidad, sin agua y sin muchas cosas. En el Valle de Angar Guten en un principio habitaban los Oromos y los Gumuz, pero con la hambruna de los ochentas, el gobierno etíope trajo otras tribus del Norte de Etiopia, como los Amhara y los Tigray. Esto hacía del valle un lugar muy especial para trabajar, pues había que responder a las necesidades de cada una de las tribus. Con Cecilia solíamos caminar por las tardes y era usual que muchos niños nos siguieran por el camino. Ella me propuso que porque no hacíamos algo por ellos, pues no iban a las guarderías porque no existían y sólo unos pocos podían ir a la escuela primaria.

Yo en un principio vi claro que había que hacer algo por esos niños, que les hacía falta de todo, pero mi intención era estar por un periodo corto, y luego volver a Addis a estudiar y seguir con mi vida. Pero Dios tenía otro plan para mí y era que le siguiera, no por un tiempo, sino para toda la vida; cosa que no entendí en el primer momento.

Ese viaje fue muy especial, porque conocí de primera mano cómo eran otras partes de mi país que desconocía. Así que volví a Addis Abeba a estudiar puericultura, y durante este tiempo no paraba de pensar en los niños de Angar Guten. Una vez termine las clases volví con Cecilia y montamos allí una guardería, ¡la primera guardería! Que de hecho es más un Centro de Vida que una guardería,  porque todos tienen cabida, niños, madres, hermanos mayores, etc. incluso habían niños musulmanes, todos tienen un lugar allí.

Fuimos realizando varias actividades para los niños y las madres; y poco a poco me fui involucrando cada vez más, casi sin darme cuenta ya se me había olvidado la idea de volver a casa en Addis Abeba para seguir con mi vida; pues mi vida ahora era este lugar, esta gente, era Cecilia, era Paco, eran todos los de la MCSPA.

Una de las tantas visitas de Paco a Etiopia, marcó mucho lo que hoy es mi vida; esa vez me dijo que era necesario salir de mi país, por lo menos unos veinte años – cosa que yo pensé que era broma – y también me dijo que nadie era profeta en su tierra. Hoy entiendo que era una forma de abrirme los ojos, que él veía en mí la posibilidad de volar, de volar como un águila y ser libre para hacer el bien.

En ese momento me fue muy difícil entender la profundidad de este mensaje, hoy veo que era la Providencia, la mano de Dios que me invitaba a ser parte de una iglesia universal, me invitaba a un plan más amplio, más rico, más complejo.

A causa de esa salida de mi país tuve la oportunidad de viajar a Bolivia y estar más de un año, tanto en Santa Cruz de la Sierra como en Cochabamba. Allí teníamos trabajo con los niños y diferentes programas de desarrollo; en Colombia estuve en la Calera a las afueras de Bogotá trabajando en el desarrollo materno infantil. Luego me fui a vivir a Alemania con un grupo de mujeres de nuestra Comunidad, todas africanas; fueron años duros al principio por la lengua, por el clima y por la cultura, pero poco a poco eso tan duro se convirtió en un regalo para nuestras vidas, pues aprendimos a movernos por el mundo, encontramos amigos formidables que aun hoy están presentes en nuestra vida y nos siguen apoyando.

Durante estos años en Alemania, en Paderborn, nunca estuvimos solas, siempre iban a visitarnos alguno de la Comunidad como Paco. Siempre nos daban ánimo para seguir. En estos años no paramos de dar charlas sobre África en parroquias, colegios y diferentes grupos.

En cada charla me daba cuenta de lo mucho que anhelaba volver a Kenia o Etiopia, y se hacía más fuerte mi vocación. Y también me daba cuenta que cuando explicas otra visión de África la gente se enamora y quiere colaborar, pues en África no todo son desgracias como a veces lo muestran los medios, es un continente lleno de alegría y con gentes con un potencial enorme, que sólo están esperando que alguien les eche una mano.

Luego me fue a vivir a México, nuevamente a empezar de cero – siempre los inicios me han costado mucho; tenía que hablar español, nuevos amigos, nueva casa, nueva gente. Pero con la ayuda de Lourdes, Rosa y de las demás mujeres de la Comunidad, todo se hizo más fácil y fueron años en los que aprendí mucho. Trabajábamos en el barrio del Ajusco, que estaba a las afueras de la Ciudad de México. Allí el trabajo era con familias que habían migrado de otras partes de México y llegaban casi con lo puesto, a buscar oportunidades en la gran capital.

Nuestro foco de interés siempre han sido los niños porque son los más vulnerables, por eso teníamos una guardería que al cabo de unos años se convirtió en el Centro Materno Infantil San José. A mí me impresionó como pidiendo ayuda en el mismo país la gente respondía de forma positiva y nunca nos faltó apoyo en ese sentido; tanto la Central de Abastos como algunas empresas privadas nos donaban sus productos para el buen funcionamiento del Centro San José.

Pero aquí no termina la historia, después de estar ya acostumbrada a México, a sus gentes, volví a salir pero esta vez hacia a África, a Kenia, a Turkana. Y la historia vuelve a comenzar: nueva lengua, casa, gente …

Si miro atrás, sólo puedo decir que mi vida ha sido una bendición, pues han sido años moviéndome de un lugar a otro y sólo puedo decir que he cosechado muchas alegrías. Hoy quiero dar gracias a todos y especialmente a Cecilia porque despertó mi vocación y me ayudo a ser fuerte y seguir a Cristo, a Paco que me impulso a salir de mi país y me enseño que podía moverme en cualquier lado, ser una persona universal, vivir en cualquier lugar, con diferentes personas y sentir que cada lugar es mi casa, mi hogar.

Hoy entiendo mi vocación como una pequeña semilla que puso Dios en mi corazón, que yo misma no sabía que existía hasta que conocí a Cecilia y la despertó, luego vinieron otros como Paco, Lourdes, Escolástica y muchos otros que me han ayudado en este camino, que me han ayudado a ser fuerte, humilde, paciente, exigente, tantas cosas, que me faltarían hojas para poder describir lo mucho que cada uno ha aportado en mi vida. Quisiera invitar a tantas personas jóvenes que vienen a visitarnos a las misiones a que den el siguiente paso, el paso de quedarse para siempre y vivir una vida plena sirviendo a otros, porque yo descubrí que este es el camino a la felicidad.

Eleni Tsegaw MCSPA

Testimonio de Ana Portugal Revilla

4 octubre 2019 Publicado por Noticias, Testimonios 0 comentarios sobre “Testimonio de Ana Portugal Revilla”

Siempre había querido hacer un voluntariado y ayudar en algún país de África y ahora que lo he hecho puedo decir que ha sido la experiencia más increíble, inolvidable y enriquecedora de mi vida con la que he aprendido un montón. Sin duda lo repetiría todos los años y me quedaría muchísimo más tiempo.

Estuve en Etiopia en la misión de Andode, un valle precioso, dos semanas aproximadamente y cuando me fui parecía que llevaba un año ya ahí, de lo agusto, lo contenta y lo feliz que estaba de poder estar ayudando allí a personas agradecidas, amables, y sobre todo felices y llenas de alegría y cariño que compartir con nosotros, de las cuales no me ha podido dar más pena separarme.

Llama mucho la atención ver lo felices que son con lo poco que tienen y con todos los problemas a los que se tienen que enfrentar diariamente (violaciones, terrorismo, gente con enfermedades las cuales se ven empeoradas por el agua que beben…), todas las historias que nos contaban las misioneras eran alucinantes y cada una era distinta de la anterior.

Al principio era un poco frustrante ver que en dos semanas no les iba a poder enseñar ni una mínima parte de lo que me hubiese gustado, pero a medida que iban pasando los días me daba cuenta que lo realmente importante era lo felices que hacíamos a los niños y a la gente del poblado solo con darles nuestra compañía y cariño. Tanto los niños como las profesoras tenían unas ganas enormes de aprender y ojalá podamos hacer que en un futuro todos los niños que tenían sueños como ser médico, ingeniero (porque había más de uno!)…puedan llegar a conseguirlo.

Nunca me voy a olvidar de esta experiencia, de todo lo que hemos vivido y de todas las personas a las que hemos conocido y con las que hemos compartido tantos momentos inolvidables. Tengo unas ganas increíbles de poder repetirla y volver a reencontrarme con todos.

Sin duda la labor que hace la Comunidad es impresionante y ojalá siga ayudando a tanta gente como ayuda muchísimo más tiempo.

Ana Portugal Revilla

Voluntaria

CUMPLIENDO UNA PROMESA

4 octubre 2019 Publicado por Noticias, Testimonios 0 comentarios sobre “CUMPLIENDO UNA PROMESA”

Me gustaría que mi testimonio sirviera para “dar un empujón” a esas personas que, como me ocurrió a mí, alguna vez han pensado en hacer un viaje distinto a los que hacemos habitualmente. Un viaje impulsado por una vocecita que suena en nuestro interior señalando que para vivir tenemos que dar un salto que nos saque de nuestra zona de confort,  con su componente de aventura, llevando con nosotros un granito de arena que junto al de otros se convertirá finalmente en una gran montaña.

Hace siete años, mi vocecita fue despertada por mi tía. En una de las presentaciones donde explicaba llena de entusiasmo los detalles, las vivencias y las experiencias que le aportaba el proyecto oftalmológico que desarrolla en Turkana (Kenia), me hizo ver que yo también podía hacer algo similar, que solo era cuestión de ilusión y dedicación.

Preguntando donde había hueco y donde podrían ser más útiles mis habilidades, me hablaron sobre las misiones de Etiopía y los colegios que tenían montados. Siete años después, puedo decir que me gustó la idea.

En siete años he visto cómo crecen los niños, cómo progresan las mujeres, cómo colaboran los hombres, cómo los arboles dan su fruto… En definitiva, he tenido el privilegio de ver cómo la comunidad se ha ido desarrollando.

Me hace mucha ilusión contar que después de ese tiempo hemos conseguido asentar un grupo de jóvenes en España que nos unimos mensualmente para compartir ideas y poner en marcha proyectos. A pesar de tener nuestros trabajos, estudios, a pesar del ajetreo de nuestras vidas, hacemos tiempo para reunirnos y sacar planes adelante. Es muy gratificante ver cómo incluso gente que no ha estado en Etiopía colabora desde aquí con la comunidad y se une a la causa. Porque no hace falta ir hasta allí para ayudar. Desde tu casa puedes colaborar haciendo tu aportación o ayudándonos a montar mercadillos, financiar proyectos y conseguir donaciones. Lo bonito de este viaje es el sentimiento de comunidad y el recibimiento que nos dispensan.

Hace 7 años, sentada en el porche de la casa de voluntarios de Andode, me hice la promesa de que volvería cada año y haría de esta comunidad mi familia y su casa mi casa. Solo he faltado un año, pero creo que puedo decir que estoy cumpliendo con mi promesa, viviendo cada año como si fuese el primero. Con las mismas ganas e ilusión.

Agradezco a las misioneras y a la comunidad haberme dado la oportunidad de acompañarlas y de haberme hecho crecer como persona porque os puedo asegurar que hay cosas muchas, y muy importantes, que no se aprenden en el colegio, en la universidad o en el trabajo. Lecciones muy importantes en mi vida que sólo he aprendido allí.

A vosotros quiero deciros que da igual tu edad, tu trabajo, tu estatus, el país en el que vivas… Si te apetece, ¡VENTE!

¡¡GRACIAS, AMMASAGUENALEHU¡¡

María García Izquierdo

Voluntaria

 

Mas info – admin@mcspa.org

TESTIMONIO DE EMILIANO HERNÁNDEZ URRUTIA –

28 febrero 2019 Publicado por Noticias, Testimonios 0 comentarios sobre “TESTIMONIO DE EMILIANO HERNÁNDEZ URRUTIA –”

Queridos amigos y benefactores;

Voy a intentar resumiros mi historia, apenas unas palabras que no pueden expresar todo lo vivido, pero que espero os ayuden a acercaros conmigo a este trocito de Africa donde nuestra ayuda es tan necesaria.

2009: MI PRIMER VERANO EN TURKANA.

Empecé este proyecto como un joven estudiante, hace 10 años, cuando fui por primera vez a Turkana invitado por los misioneros de la MCSPA.

Ese verano marcó mi destino y descubrí mi vocación de enfermero.

Unido a otros jóvenes, “los jóvenes Lobur”, empezamos este proyecto.

Lo que empezamos unos pocos jóvenes un verano del 2009, con un presupuesto de apenas 1500€ para comprar medicinas básicas y administrarlas desde los centros materno-infantiles de la Comunidad Misionera de San Pablo Apóstol, con el tiempo ha evolucionado hacia un proyecto de salud de referencia en esta zona remota de Turkana.

Echando la vista atrás, me emociona ver que pese a las dificultades que podéis imaginar, los Turkana siguen su camino adelante, progresan poco a poco, aunque en nuestra cultura y sentido de la eficiencia a veces nos desesperamos.

2012: GRAN DECISIÓN, SOMOS ENFERMEROS. ¡NOS VAMOS A TURKANA!

Como os contaba, ese verano del 2009 fue la semilla para tomar una gran decisión años más tarde con mi mujer Teresa, entonces mi novia.

En el 2012 decidimos pasar un año y medio en Turkana como enfermeros recién licenciados e impulsar la clínica móvil, aunque en los comienzos era una moto-móvil la que nos transportaba a los poblados, pero no tardamos mucho en recibir vuestro apoyo y nos donaron el coche para ser formalmente una Clínica móvil.

Muchos son los cambios acontecidos, como sabéis los que nos seguís a través de los boletines.

Otros jóvenes enfermeros nos han relevado, hasta que volvimos en el 2018 a vivir otro año Teresa y yo con nuestro hijo de un año, José. Mientras con el grupo de jóvenes Lobur y otros profesionales desde España hemos ayudado a que la Clínica se consolide y crezca.

2018: VOLVEMOS TERESA Y YO CON NUESTRO HIJO JOSÉ

Este año 2018, ha sido un reencuentro con Turkana y con la clínica móvil que se ha consolidado en un proyecto de salud más amplio, con nuevos retos, logros y dificultades.

Hemos vuelto desde un momento vital distinto, ya no somos esos jóvenes soñadores abriendo el camino con una vieja moto, esta vez lo hemos vivido desde una experiencia familiar, dejando nuestras seguridades en España y adaptándonos a una nueva Turkana, pues son muchos los cambios acontecidos desde nuestros comienzos en el 2012.

Cambios que quizás a ojos de los que estáis en España no son perceptibles o tampoco son apreciables por muchos Turkana que luchan cada día por su supervivencia.

A pesar de ser una asistencia a la salud en una inmensa zona donde no hay apenas nada, a pesar de todas las trabas burocráticas con el gobierno que hay que salvar y todos los peros y dificultades, creo que esta semilla que plantamos juntos en el 2012 ya da sus frutos, frutos que crecerán con nuestra perseverancia y unión, para lograr que, en uno de los lugares más olvidados del planeta, los Turkana tengan algún día la asistencia básica que cualquier ser humano necesita.

NOTICIAS DE ESTE AÑO.

Esta zona de Kenya está empezando a tener más personal y medios en sus dispensarios.

Los MOH, jefe médico de cada condado, controla un presupuesto adscrito a su zona y en gran medida lo implementan bien.

Como podéis imaginar es una mejoría y es esperanzador que se hagan presentes, pero queda mucho que hacer y Turkana sigue siendo un lugar muy aislado y de una pobreza y hambruna que no podemos ignorar.Estamos trabajando para integrarnos en el programa de salud del gobierno y que algún día nuestra labor quede en manos de los locales.

A pesar de todas las dificultades no olvidamos que lo que empezamos Teresa y yo con los años ya es un programa de salud con un equipo de dos españoles y dos kenianos y asistentes y empleados Turkana, algo que en el 2012 ni imaginábamos.

LA EMERGENCY ROOM EN LA MISION, ¡UNA MARAVILLA!

Este año por los avatares y dificultades del clima, tres meses de lluvia que hacían inaccesibles los caminos y por la acción del gobierno, hemos estado trabajando mas desde la Emergency room.

Sé que ha sido un quebradero de cabeza y sobretodo un esfuerzo económico, pero ¡qué bien se trabaja, qué cambio, qué orden y sobretodo qué nivel de atención más bueno!

En la Emergency Room, o “futuro dispensario”, no hemos parado de atender emergencias, muchas de ellas bastante graves, otras llenas de vida, pues todos los partos de la zona y ecografías suceden aquí, ¡¡¡que maravilla!!

También hay que destacar el conocido caso de Asibitar, una bebé con cáncer que ha recibido una asistencia especial, que vive gracias al nunca desmedido esfuerzo de los benefactores y de nuestro equipo, especialmente Teresa Y Josephine.

De nuevo somos la referencia en la zona igual que lo fuimos con la clínica móvil, seguimos abriendo pequeños caminos para el futuro de la salud en Turkana.

NUEVO LABORATORIO EN LA EMERGENCY

Gracias al apoyo de la universidad de Alcalá de Henares y su programa de Cooperación, hemos recibido a Cristina, especializada en microbiología y parasitología que, con Martín, también enfermero de nuestra clínica móvil en el pasado, han montado este laboratorio.

Seguimos en contacto con la Universidad para continuar con esta labor, donde para empezar en su primera estancia, Martin y Cristina han detectado un tipo de malaria que no consideraban en la zona.

¡HASTA SIEMPRE!

Ha llegado el final de nuestra estancia en Turkana y hemos pasado el testigo de nuevo por unos meses a Paula, también enfermera de la Clínica en el pasado y repetidora estos meses de transición.

Muy pronto Paula nos mandará noticias y nos presentará a Iona, médico de Tenerife que viene un año a trabajar a la Clínica y ahora también Emergency room.

Hasta aquí os puedo contar.

Seguiremos apoyando desde donde estemos este precioso proyecto que crece con nosotros y que da esperanza a aquellos que como Asibitar sobrevive a su enfermedad, proyecto que da consuelo a madres que recorren kilómetros con un hijo moribundo, da Paz a aquellos que están muriendo en nuestras manos y donde nuestra asistencia es siempre alivio para los que sufren.

Mi mujer Teresa, mi hijo José y yo ahora tomamos otro camino, volvemos a España llevando a Turkana siempre en el corazón.

Volvemos profundamente agradecidos a los Misioneros, amigos con los que hemos aprendido tantas cosas y seguiremos aprendiendo y creciendo con ese espíritu tan fuerte que entrega la vida a los demás, a nuestros compañeros-as, con quienes hemos creado una unión más allá de la profesional, a Mamen por su paciencia, a nuestra familia turkanera, los “Jóvenes Lobur”

y a vosotros queridos benefactores que lo hacéis posible.

EMILIANO HERNANDEZ URRUTIA

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