En septiembre del 2017 tuvimos la gran suerte de ir a la misión de Kokuselei (Turkana) de la Comunidad Misionera de San Pablo Apóstol. Es de esas experiencias que nunca agradecerías a la vida lo suficiente. Habíamos tenido una vida en la línea de lo que consideramos normal, y decidimos hacer algo totalmente diferente. El llegar a Turkana fue como dar un salto a la edad de piedra. Nos esperaba unas temperaturas de día entre 40ºC a 42ºC, y circunstancialmente dos días con una lluvia torrencial muy esporádica que te sorprendía por lo rápidamente que desaparecía absorbida por una tierra permeable y el sol abrasador.
Conocer y disfrutar de esas personas, con unas características de resiliencia que tanto echábamos en falta en nuestro entorno, era una experiencia indescriptible. Impresiona la resistencia de los turkana y, sobre todo, de sus mujeres, que resisten estoicamente esas condiciones de hambre, epidemias y fenómenos meteorológicos. No pierden la calma, no hay desesperación; hay solo una mayor capacidad de luchar contra la adversidad.
Allí la gente viven del pastoreo de cabras y camellos, y con frecuencia se ven obligados a buscar nuevos exiguos pastos para el ganado. Nos sobrecogió sobremanera ver que, hasta llegar la ayuda de las misioneras y todavía hoy para la mayoría, la dieta alimenticia habitual de las personas consistía en una sola comida al día a base de sangre de una cabra, a la que cortan una vena del cuello que luego cauteriza, mezclada con leche de cabra. La ausencia de agua superficial obliga a conseguirla cavando hoyos en el cauce seco de los ríos que se forman con las lluvias, obteniendo un agua con barro que beben directamente.
Parecería que Dios se había olvidado de este territorio que pocos kenianos conocen, ya que, además de ser inhóspito, es uno de los reductos de la fiebre amarilla, lo que invita a mantenerse alejados. ¡Que lejos están de los anuncios de “Planifica el safari de tus sueños” que encontramos en las revistas!
Sin embargo, dos mil años después de hacer Jesús su travesía por el lago de Tiberiades y enseñarnos coherencia en Jerusalén, aparece en Turkana, para intentar construir el Reino de Dios, la Comunidad Misionera de San Pablo Apóstol en forma misionera. Su labor tiene como objetivo cambiar no solo las condiciones materiales y sino también las espirituales de estas personas abandonadas de la sociedad. Esta acción nos impactó tanto que decidimos continuar con la ayuda desde Madrid ante la imposibilidad de quedarnos allí.
Los objetivos marcados por las misioneras como base de acción no podrían mejores: sacar agua, introducir cultivos de alto contenido vitamínico, dar atención sanitaria la población, alimentar y educar a los niños, difundir métodos de cocinar nuevos y más ecológicos, construir espacios de convivencia, etc. Nos propusimos hacer un pozo o si fuera posible dos. Por otro lado, nos atraían los objetivos que tenían las misioneras de dar una especial atención al desarrollo de la mujer, y librarlas de la pesada tarea del acarreo del agua.
Quieren promover su dignidad, liberarlas de las supersticiones y nada mejor que difundir el mensaje liberador del cristianismo. En una palabra, de una forma callada, conseguir todo lo que se proclama con alharacas en los “Objetivos de Desarrollo Sostenible”, y que tan poco ponen en práctica los gobiernos.
Nuestro objetivo estaba en primer lugar en conseguir dinero para la excavación de un pozo, que luego fueron dos, por ser el elemento esencial para transformar este árido entorno en una tierra habitable. Y de este modo conseguir no solo el impulso de la agricultura y de la ganadería, permitiendo una gran variedad de cultivos y la crianza de animales para carne, sino también el cambio sustancial de las condiciones higiénicas de la población. Así se ayudaría a erradicar un elevado número de enfermedades y parásitos ligadas a la ausencia de limpieza corporal o a la utilización de agua contaminada para el consumo humano.
Primera fase:
En noviembre del 2017, las misioneras eligieron la zona para la excavación de los pozos y nosotros planteamos a nuestra Comunidad “Nuestra Señora del Recuerdo” la construcción de un pozo. La verdad es que no solo colaboró la gente de la Comunidad, sino que lo hicieron otros muchos amigos, y particularmente la “Fundación Mondarruego”, que se entusiasmaron con la construcción del Reino en Turkana al ver la posibilidad de cambiar la vida de muchas personas.
En diciembre del 2018 ya teníamos la excavación de dos pozos uno de 120 m y otro de 80 m de profundidad con unos caudales estimados al final de la perforación de 1.200 l/h y 6.000 l/h respectivamente.
Una vez realizadas las perforaciones, y sin esperar a la instalación de las bombas manuales, la alegría e impaciencia de la gente se desbordó y acudió al punto de agua, con sus bidones de colores.
Despejada ya la maquinaria, se instalaron las bombas manuales para la extracción de agua. Estas bombas no permitían una explotación del pozo más allá de la obtención del agua para beber, ya que la elevación manual del agua de 80 m y 120 m de profundidad requiere gran esfuerzo.
Segunda fase:
La solución, ya probada en otros pozos de gran profundidad, es usar bombas mecánicas eléctricas alimentadas por una instalación fotovoltaica. La dificultad estaba en conseguir unos recursos económicos mayores de los que habíamos empleado en la excavación de los pozos.
Desde diciembre del 2018 fue una constante búsqueda de ayuda. ¡Era una desesperación tener allí el agua, la necesidad de utilización para el ganado y poner huertas en los alrededores y no encontrar ninguna entidad que nos ayudase! Enviamos solicitudes, sin éxito, con amplios y detallados formularios sobre la segunda fase del proyecto: definición técnica, situación y beneficiarios, tipo instalación de sistema de extracción y aprovechamiento del agua. Desarrollamos cada uno de los puntos que exigen los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) adoptados por las Naciones Unidas en 2015. Se cuantificaba cómo se luchaba íntegramente contra la pobreza extrema, cumplían las tres dimensiones esenciales del desarrollo sostenible: económica, social y ambiental. Todo era dificultad y puertas cerradas.
Felizmente, cuando la desesperación era grande, en noviembre del 2019, Dios nos dirigió a la “Fundación Acoger y Compartir” promovida por los Redentoristas, que tiene proyectos en África y Sudamérica. En unas tres semanas estudiaron el proyecto y aceptaron hacerse cargo de esta fase. Sólo ver el proyecto se dispusieron a ayudarnos y asumir el proyecto para todo lo que se necesitase. De tal forma que se hicieron todos los pagos entre el mes de diciembre del 2019 y enero del 2020. Nos aportó además una extraordinaria ayuda Alberto González Moreno (experto en temas de instalaciones y calidad de agua del Canal de Isabel II) que ha supuesto un valor inmenso.
Con la ayuda de Alberto se ha procedido también a diseñar un sistema de control periódico de la calidad del agua, vigilándose aquellos aspectos que más directamente afectan a la salud de personas y animales: pH, contenido de nitritos, amonio, hierro, e-colies, etc. Este procedimiento de análisis se les enseñará a hacer, para todos los pozos de la misión, tan pronto podamos ir a Turkana.
Como decíamos, la financiación requerida en esta fase era aún mayor que la de la primera, ya que al precio de las bombas y las placas solares había que añadir el coste de los depósitos de regulación (dos de 5.000 litros en cada pozo), y el coste de construcción de fuentes y abrevaderos.
Las condiciones de aislamiento de la zona hacen difícil el cumplir los plazos, y este año se complicaron con la aparición del Covid-19. Aún así, los trabajos se acabaron en mayo del 2020, procediéndose a la inauguración en un animado acto.
En uno de los pozos, cercano a unidades familiares y mayor caudal, se ha conseguido habilitar una instalación de distribución de agua hasta siete poblados; en ellos han puesto una fuente. Así tendrán la posibilidad de tener su propio abrevadero y huerta. Los beneficiarios han costeado las tuberías que forman los ramales que salen del eje de distribución.
Con el fin de implicar a las familias en el buen uso del agua y conseguir un remanente financiero para reparaciones y la compra de consumibles del control de calidad, se ha constituido un Comité del Agua, integrada principalmente por personas de la tribu, encargado de organizar la asistencia a los abrevaderos, la vigilancia del uso de las instalaciones, el cobro a cada familia por el uso del agua, resolver problemas etc. El link de los videos está en https://youtu.be/JSK38x4f-iA
Mª Carmen Matilla y José Carlos Rubio