Las chicas de la Residencia Maite Iglesias Home de Muketuri trabajan dos días a la semana por la tarde con nuestros voluntarios para reforzar su inglés.
La Residencia Maite Iglesias Home de Muketuri, actualmente con más de treinta chicas de entre 15 y 19 años, y en la que esperamos ampliar su capacidad hasta las casi cincuenta plazas con la ayuda de nuestros amigos de la Fundación Maite Iglesias, ha incluido una clase de inglés todos los miércoles para reforzar sus habilidades de cara a la Universidad.
La educación superior en Etiopía es, toda ella, en inglés. Sin embargo, el nivel de los estudiantes que llegan es muy bajo. Por eso, se nos ocurrió la idea dar clases a nuestras chicas, para que de alguna forma pudiesen reforzar todo lo que han aprendido, como si fuese una actividad extra escolar más. Y nuestros voluntarios son los encargados de hacerlo.
Cada miércoles y jueves , de 18h a 19h, las chicas se reúnen puntualmente en el comedor de la residencia con sus cuadernos listas para aprender. Bolígrafo en mano, sin apenas libros, pero con mucha inventiva, realizan ejercicios, trabajan su gramática y, sobre todo, se les anima a que hablen, sin vergüenza. Todas ponen mucho empeño y, aunque al principio son tímidas, acaban participando y la hora se les pasa volando. Porque las clases son, sobre todo, participativas.
Los voluntarios, con una pizarra y muchas ganas, trabajan con ellas desde ejercicios de vocabulario hasta cómo formular bien las frases o construir una pequeña redacción. Hablan mucho sobre lo que quieren ser de mayor -para ellas todo un sueño por cumplir-, tratan de reforzar su escritura y ampliar su cuaderno de palabras básicas.
Una iniciativa que está muy ligada al espíritu con el que, de alguna forma, nació este proyecto: prepararlas bien de cara a seguir formándose. Y, para eso, el inglés en Etiopía es básico. Así, toda la residencia está llena de carteles en el que cada objeto lleva su nombre en este idioma, desde una silla o una mesa hasta las profesiones más comunes, que se cuelgan en las paredes. Además, los voluntarios siempre intentan que en clase no se hable amárico, para que se acostumbren a la lengua de cara a la Universidad.
Así, con tan solo una hora a la semana (y algo de deberes para la siguiente), la mejora de sus habilidades puede ser mucha. Nuestros voluntarios acuden encantados y, como nosotros, están convencidos de ello.
Lourdes Larruy
MCSPA