Dircurso del Padre Steven Ochieng en el 10º Aniversario de la Muerte del Padre Francisco Andreo (Paco)

25 febrero 2023 Publicado por MCSPA, Sin categorizar 0 comentarios sobre “Dircurso del Padre Steven Ochieng en el 10º Aniversario de la Muerte del Padre Francisco Andreo (Paco)”

Han pasado diez años desde que Paco nos dejó y ya hemos visto que sus recuerdos y su vida siguen impresos en nosotros. ¡Eso significa que verdaderamente vive para siempre! Hablar de Paco no es fácil, ya que influenció y cambió la vida de tantas personas; como decía ayer Fernando: ¡hay muchísimas versiones del hombre! Estas versiones de Paco también cambiaron con el paso de los años, y nadie puede hacer justicia a su persona, ya que todos lo experimentamos con diferentes matices. Por eso, permitidme dar mi versión, mi comprensión y mi experiencia de haber vivido con Paco durante 20 años, destacando algunos aspectos:

Fue en 1993, cuando Paco me encontró en las calles de Nairobi, cerca de Jamuhuri Estate, yo tenía sólo 20 años. Este encuentro inició una relación que cambiaría mi vida; es un viaje que se ha repetido en esta casa. Tuvo que ver con huevos de la casa de Othaya, y me conduciría a visitar Turkana ese mismo año. Fue entonces cuando me sentí atraído por esta comunidad misionera; luego siguió una llamada a dejarlo todo y seguir a Cristo.

En estos años, experimenté 4 tipos de amor en él; de los que nos hemos contagiado.

Amor tierno
Fue el tierno amor de Paco el que me reveló el amor de Cristo de primera mano. Fue su ternura la que marcó mi alma y me cambió. No fue sólo amor por mí, sino principalmente por los pobres, los ancianos y los oprimidos. No veía a las personas como árboles (como en la historia de Marcos 8:22-26) o como un paisaje; las personas veía como eran: personas.

En muchos sentidos fue como el hombre samaritano en la historia del buen samaritano: cuidó y reparó las heridas de aquellos con quienes se encontraba y que estaban rotos. Muchas veces, también fue el padre en la historia del hijo pródigo: nos recibió con los brazos abiertos cuando habíamos derrochado amor. ¡Cuántas veces me pasó eso!

Amaba a todos y se fijaba en todos, ya fueras el conductor de la excavadora o el camarero, Paco te atendía. Él hizo eso conmigo y por eso estoy aquí; él vio en mí lo que yo no veía en mí mismo, y siendo de diferentes culturas y razas, yo era para él su oveja como lo eran los demás. Trató a las personas como Cristo nos trató a nosotros, desinteresadamente.

Amor duro
Paco combinó y unió el amor tierno con el amor duro. Era duro, sin duda, ya que insistía en la verdad y la honestidad de nuestra parte. No aceptaba la mediocridad. Esto nos hizo ser conscientes de nuestras debilidades. No lo endulzó, lo dijo tal como era; llamó a las cosas por su nombre, de esta manera no nos permitió que hicieramos naufragar nuestras vidas, ya que para él decir la verdad era más importante que mantener la paz. Por mantenimiento de la paz me refiero a ser políticamente correcto. Su amor duro le hizo destacar y esto, para quienes estuvimos con él, nos ayudó a sacar la mejor versión de nosotros mismos.

Amor sacrificado
En esta fusión de amor tierno y duro, Paco también nos mostró el amor sacrificado de muchas maneras. Siempre nos puso primero antes que a sí mismo. Recuerdo una vez que estábamos visitando al Nuncio en España y Paco inmediatamente mencionó que no teníamos buena reputación, pero el Nuncio se apresuró a responder que no necesitamos una buena reputación aquí en la tierra sino en el cielo. No le importaba sacrificar su reputación por lo que era correcto. Paco dedicó su vida a nosotros para que pudiéramos vivir, dedicó sus energías para que el mundo se convirtiera en un jardín. Hasta su último aliento estuvo por ahí trabajando, haciendo estiércol y gaviones, aun cuando estaba muy enfermo. No buscó gratificación propia, sino construir una comunidad en Cristo, una comunidad que fuera para hacer el bien, como en las palabras del evangelista Marcos (Marcos 8:34-35), “el que quiera ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el evangelio, la salvará”. Este amor sacrificado no era sólo un sentimiento sino una acción. Y es por eso que los miembros de la MCSPA estamos listos para salir a las misiones más desafiantes, a lugares donde pocos decidirían aventurarse, ya que este amor sacrificado nos lo ha infundido Paco. Así como Paco encontró su fuerza en el Señor, nosotros también.

Amor radical
Por último, Paco combinó el amor tierno, el amor duro y el amor sacrificado con el amor radical. En la tempestad de los problemas, no se defendía. Prefería poner la otra mejilla que pelear. ¡Incluso cuando sufrimos división, él estaba dispuesto a darlo todo! Para Paco, no había un hacer lo mínimo por cumplir, era todo o nada. Las presas tenía que ser más grandes. Si teníamos que apoyar a alguien, nunca fue a medias, ¡debíamos ir hasta el final! Como en Mateo 22:37-40, Paco amó con todo su corazón, alma y mente, y estas lecciones las hemos aprendido bien, vamos más allá del llamado del deber. Al vivir este amor radical, tratamos de romper el círculo vicioso del hambre, la guerra y la sequía y no permanecer indiferentes en medio del sufrimiento de las personas.

Paco fue duro con nosotros, para que pudiéramos vivir y ser un signo de ese amor en el mundo, en los lugares donde trabajamos. Han pasado diez años desde que nos dejaste, nos mostraste que ésta es la mejor manera de imitar a Cristo; como está escrito en tu lápida, “ser un buen pastor que da la vida por sus ovejas”. Tú también fuiste el buen pastor que diste la vida por tus ovejas. ¡Sigue cuidándonos, sigue descansando en paz!

Padre Steven Ochieng MCSPA

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