Mi Experiencia en Malawi
25 septiembre 2019 Publicado por angel Testimonios 0 comentarios sobre “Mi Experiencia en Malawi”Mi nombre es Caroline Auer, tengo 27 años y soy de Farchant, un pequeño pueblo en el sur de Alemania. Soy educadora y pedagoga religiosa. Trabajo como asistente pastoral y profesora de religión en dos conjuntos parroquiales en la Arquidiócesis de Múnich y Freising. Después de mis estudios y mi primer año de trabajo, quería volver a viajar al extranjero por un período extendido para conocer una nueva cultura y el trabajo pastoral en otro país. Tuve la oportunidad de vivir casi tres meses en la comunidad misionera de San Pablo Apóstol en la parroquia de Benga, en Malawi, y formar parte de la comunidad. Compartir la vida cotidiana y la fe, aprender a entender y a amar el trabajo pastoral en las comunidades, así como una nueva cultura. Un tiempo enriquecedor y valioso que seguirá siendo inolvidable para mí.
Comenzar el día juntos con la misa y terminarlo con la oración de la tarde en la iglesia, las vísperas, así como el trabajo común diario me integraron en la comunidad misionera. Más aún, la gente local se convirtió en mi familia, me sentía a salvo y como en casa.
Durante dos semanas trabajé en la guardería y en la escuela, ubicados en el terreno de la Misión mismo. Estoy impresionada de cómo los profesores educan y enseñan a los muchos estudiantes usando los materiales más básicos. La educación es la clave para una buena vida. Me alegra especialmente que la Misión se encargue de escuelas, posibilitando así un buen futuro a los niños y jóvenes.
Las celebraciones de la misa en los pueblos me impresionaron una y otra vez. Ahí podía sentir el enraizamiento profundo de la gente en la oración y la fe. A través del baile, la música y el canto, la misa se convierte allí en una celebración visible y tangible de la fe.
Algunas veces se me permitió visitar a los ancianos y enfermos en los pueblos. Cada mes distribuíamos alimentos básicos, llevábamos la Sagrada Comunión a quienes lo deseaban y rezábamos con ellos. Estas visitas eran regalos para mí. Era conmovedor ver a la gente regocijándose y agradeciendo la visita de Brian. A pesar de las simples circunstancias de la vida, ver esa alegría en los rostros de la gente siempre me motivaba a reflexionar sobre mi trabajo pastoral y la vida en Alemania. Estar allí para las personas, simplemente estar presente, escuchar y sonreírles a menudo vale más que las palabras.
Quiero llevarme eso para mi futuro trabajo como empleada de la iglesia: no esconderme detrás del escritorio, desarrollando conceptos y pasando la mayor parte de mi tiempo en la oficina. No quiero eso, sino quiero, como en Malawi, salir al encuentro de la gente, estar rodeada y a disposición de las personas.
Fue una experiencia bastante nueva pero especial para mí cuando construimos una casa para una anciana enferma. Traer ladrillos y agua, excavar el suelo para los cimientos y ver cómo se construye una casa, sin máquinas modernas, sino tan solo con trabajo manual. Ver la cara feliz de Belita, inaugurar su casa con una pequeña ceremonia de bendición y darle un hogar fue para mí uno de los mejores regalos de este período.
Tuve la oportunidad de aprender mucho del Padre Manuel, del Padre Fernando, del Padre Steven y Brian, que son tan apasionados con su profesión, con su vocación. Acompañarlos durante estos meses e intercambiar impresiones con ellos enriqueció mi tiempo en Malawi.
Recomendaría una estadía en la misión de Benga para cualquiera que tenga la oportunidad de ir por un cierto período de tiempo, aunque sea solo durante una o dos semanas. No se trata de cambiar ni mejorar Malawi, el sistema de una escuela o el trabajo pastoral. Al contrario, creo que todos podemos aprender de la gente de Malawi y hacer la experiencia de este intercambio mutuo, compartiendo unos con otros la vida comunitaria y nuestra fe. Se me permitió hacerlo y estoy muy agradecida por esta experiencia enriquecedora.
He encontrado un hogar allí y llevo este hogar, los encuentros y todas las personas en mi corazón y siempre serán parte de mi vida.
Sé que estoy conectada con la gente de la comunidad y de los pueblos de Malawi también a través de los continentes por medio de nuestra fe y nuestra oración.
Quisiera agradecer de todo corazón al Padre Manuel, al Padre Fernando, al Padre Steven, a Brian a todos los residentes de la Misión, así como a toda la gente de Malawi que me ha acogido tan calurosamente en su país, por este tiempo de formación.
Qué el Espíritu de Dios obre en todos los proyectos y qué la bendición de Dios esté con todos.
Caroline Auer