En Etiopía a pesar de las fuertes medidas tomadas ante la pandemia los casos aumentan cada día, y, de forma acelerada desde hace un par de semanas.
En las ciudades y zonas semi-urbanas la principal problemática para la población es la falta drástica de ingresos ya que en muchos casos la gente ingresa por día trabajado, ya sea en el pequeño comercio en mercados o en labores de construcción, servicios, que durante la pandemia se han visto reducidos a mínimos inauditos.
Muchas familias viven al día y, ahora obtener el alimento necesario se ha convertido en un reto.
Los campesinos, el 80% de la población etíope, han visto reducida la actividad de comercio en los mercados y el aumento paulatino de los precios de todos los productos que no pueden producir.
Desde marzo el abastecimiento de productos de todo tipo se ha visto afectado y los precios no dejan de subir. El sustento de la población del campo es su cosecha de grano, que cosechan de noviembre a enero y, los que tienen vacas venden la poca leche que producen las vacas cebús. Pero ahora la venta de leche se dificulta, los ingresos se reducen y, la cosecha del año pasado cada vez queda más lejos, con lo que el alimento en las casas empieza a escasear más de lo “normal”.
En Wuchale Woreda, en el Region Oromo, donde la MCSPA trabaja desde 2007, la desnutrición infantil ya era una realidad antes de la pandemia. Nacimientos gemelares, mujeres anémicas durante su embarazo y la pobre alimentación hacen que muchos bebes no reciban una alimentación adecuada antes de los 2 años, esos mil días tan importantes para el desarrollo físico y psíquico del ser humano.
Ante la situación actual muchas familias en el campo manifiestan su gran preocupación: ¿cómo les va a alcanzar el alimento hasta la próxima cosecha, que no va a ser hasta noviembre?
Desde 2011 la MCSPA lleva a cabo un programa de excavación de pozos artesanos que abastecen a 5 familias cada pozo, para el saneamiento, consumo y plantación de huertos familiares, añadiendo verduras a la dieta familiar y con la posibilidad de cosechar alimento 3 veces al año.
Para apoyar en esta situación de precariedad y angustia hemos puesto en marcha la siembra de patatas, aprovechando las lluvias que empiezan en junio, para que las familias puedan cosechar patatas en septiembre. Durante la época lluviosa las temperaturas bajan drásticamente y son muchos los niños que se ven afectados por enfermedades respiratorias, con lo que una buena alimentación se hace, si cabe, más necesaria.
Desde le mes de mayo hemos distribuido 3.200 kg de patatas de siembra, a 320 familias de 4 poblados de la zona de Muketuri, para que cada familia pueda producir en el mes de septiembre 120 kg de patatas para su consumo. Además podrán guardando un 10% de esa producción plantar en los siguiente 10 años.
Esta actividad no soluciona todos los problemas, pero mejora la alimentación de las familias en un tiempo difícil y refuerza la confianza en uno mismo y su posibilidad de afrontar la adversidad.
Se ha corrido la voz y todos los poblados quieren poder plantar patatas, pero los fondos son limitados…
Cuando llegamos a los poblados una cola de gente está preparada con sus sacos para recibir las patatas y pacientemente nos saludan con bendiciones: “Que Dios os de larga vida”.
¡Esperamos poder seguir compartiendo esperanza entre los más necesitados, que con su agradecimiento y acogida nos recuerdan que todos somos hermanos!
Gracias a los que nos apoyáis desde hace años y nos tenéis presente en vuestras oraciones. ¡Ojalá podamos seguir plantando patatas para muchas más familias!
Lourdes Larruy, MCSPA.