En una situación como la que estamos viviendo actualmente en el mundo, puede salir lo mejor o lo peor de cada uno, es cuestión de decidir qué camino queremos tomar.
Hace casi dos semanas que asistimos por última vez a la celebración de la misa en El Paraíso, el barrio dentro de las chinampas de cultivo donde la Comunidad Misionera de San Pablo Apóstol lleva trabajando desde hace tres años por petición de Don Andrés Vargas, Obispo de Xochimilco. La gente en México en general está todavía tranquila porque parece que el ritmo de contagios va lento, sin embargo, las familias que viven ahí nos comentaban que si ya no podían salir a trabajar y ganar algo de dinero, no tendrían forma de conseguir lo básico para vivir. La mayoría son vendedores ambulantes que a la fecha siguen saliendo a las calles porque “no hay de otra”.
¿Cómo pides a una población que vive al día que no salgan de sus casas? ¿Cómo les dices que usen cubrebocas cuando están agotados y cuando el gobierno dice que no hace falta?
Al ver esta necesidad, con el apoyo de Don Andrés Vargas Peña y junto con Cáritas Diocesana de la Diócesis de Xochimilco hemos empezado una campaña de recogida de víveres y entramos a cinco de los poblados más necesitados de la zona chinampera de Xochimilco a dejar a cada familia alimentos y artículos de limpieza básicos para un mes.
De momento hemos llegado a 70 familias, gracias a los donativos de varios amigos y conocidos. Las personas agradecieron la ayuda porque varios ya no tenían nada para comer, varias de estas familias viven de la venta ambulante, de trabajos temporales, de limpiar casas o tienen enfermos crónicos y/o discapacitados en sus casas.
Lo que hemos visto es que muchas personas han respondido con generosidad y comparten lo que tienen, aun sabiendo que esto puede alargarse, pero con la fe y esperanza de que alcanzará para todos. Creo que cada vez se ve más claro que “estamos en la misma barca” como dice el Papa Francisco, que lo que afecta a uno nos afecta a todos.
Esta Semana Santa será de verdad un caminar con Cristo sufriente todos juntos, de reconocer que nuestra humanidad nos une y no el lugar donde nacimos. Nos toca decidir si queremos unirnos para que todos tengamos lo necesario para estar en casa seguros, o si nos queremos dejar llevar por el miedo y pensar sólo en proteger lo propio porque lo otro no me afecta.
Intentaremos que más familias reciban alimentos, guantes, cubrebocas y talleres de prevención de contagios, para poder decir: quédate en tu casa y salir sólo para lo necesario con cubrebocas y guantes y para eso se necesitan corazones generosos.
Blanca Beltrán
MCSPA