He tenido la suerte de poder estar diez días en Etiopía trabajando con Luz, Lourdes y Blanca, aunque la situación sociopolítica no sea del todo esperanzadora.
Diez días en los que no me he dedicado a lo de siempre, 10 días preparando el nuevo acuerdo del gobierno y preparando toda la auditoria del 2021, porque, aunque haya coronavirus, los años siguen pasando. Diez días en los que sigues viendo esas ganas insaciables de intentar dar lo mejor de cada una, diez días donde, tras 9 años de “su mano” sigo viendo que las personas salen adelante, que la educación es lo más poderoso que podemos ofrecer a las generaciones que nos siguen, que los derechos humanos, en muchos lugares, escasean y que hay comunidades que luchan porque los mismos sean inquebrantables.
Zena y su madre siguen sin darse por vencidas, la vida les espera y ellas esperan la vida con muchas ganas, pero no esperan sentadas, esperan haciendo camino, yendo y viniendo de hospitales, del programa de desnutridos, de abrazar a Lourdes, de agradecer a Tigist, orgullosas de lo que van consiguiendo.
Abebe está tranquilo, contento, haciendo rompecabezas, (haciendo y deshaciendo cajas también, para qué mentir), paseando, comiendo solo y bien, disfrutando de sus compañeros del aula, de sus maestras, de su madre… dentro de poco nos sacará una cabeza y ya no podrá sentarse encima de nosotras como le gusta hacer mientras cruza sus piernas al más estilo Alemu.
El otro Alemu, el constructor ha hecho un pasamanos para que Zenabu camine, y al final del ejercicio, tiene un banco para descansar y partirse de risa mientras las maestras lo ovacionan por su gran esfuerzo.
Esfuerzo el que, como todas, Enat no deja nunca de lado, es la cabeza y los pies del programa de desnutridos, conoce a los bebés, a las familias, los pesa, los mide, aconseja, comparte alegrías cuando les da el alta a los que están ya en “verde” y anima a que sigan peleando para pasar de negro a rojo, de rojo a amarillo, y de alcanzar ese tan deseado verde.
Agradecidas y felices tantas familias de vernos que nos hemos pasado todos estos días comiendo en casas de trabajadoras y amigas del centro. Shiro, kai wot, alicha, dinich, kefto… sin parar. ¡Tan agradecidas nosotras (no tanto nuestros estómagos) y tan agradecidas las familias por vernos, estarnos y compartirnos…!
Los pozos siguen generando y mejorando vida, hay que ir revisando que no se rompan, que se mantengan, que las estructuras sigan fuertes, y en eso está Debelo y ahora Jesús que se va a trabajar mano a mano con él para darse fuerza y energía mutuamente.
El aula especial, las clases, la cocina, la vaquería (con dos vacas embarazadas), el gran equipo de whatchmen, los adolescentes que ahora son scouts… Todo el engranaje de Muketurri sigue girando bien, en equipo, con respeto, con ganas de seguir creciendo en esta gran comunidad que se ha formado, que todas y todos, hemos formado.
Un abrazo
Popy Garcia-Ramos