Hoy 5 de marzo hemos tenido una gran celebración en el Aula de Educación especial in Muketuri. Los nueve niños con necesidades especiales, junto con sus padres, maestras, voluntarios y misioneras han celebrado el cumpleaños de los niños con un gran pastel con velas y un típico pan etíope, y regalos para los niños y las maestras.
Este “aula especial” se empezó hace doce años, para afrontar los retos enormes que sufren los niños con dificultades para aprender, estigmatizados por la sociedad. Todo empezó cuando conocimos a Workine y Tigist, dos niños con parálisis, leucodistrofia degenerativa, escondidos una casa, con una desnutrición severa, ha sido un camino largo convencer a sus padres de que estos niños no son un castigo, ni una maldición. Al principio, fue difícil encontrar a alguien que quisiera trabajar con ellos; hasta que encontramos a Aberash, una madre llena de amor que sufrió mucho con la enfermedad de su hijo Yohanes.
Pronto llegaron más niños y más mujeres aceptaron trabajar en el “Aula especial”. A pesar de no tener estudios, estas mujeres han aprendido mucho de los voluntarios de Chile y de España: profesionales psicólogos, terapeutas, etc.
Hoy nueve niños y cuatro maestras están en el Aula, niños con Síndrome de Down, autismo, hemiparesia… todos reciben atención médica, nutrición y terapia. El año pasado construimos un aula terapéutica, done cada niño tiene su propio material para mejorar según sus capacidades.
Recientemente los padres de estos niños tuvieron la oportunidad de conocer a una mujer española, madre de un niño con autismo; el impacto de compartir sentimientos y experiencias fue muy emocionante y un gran apoyo.
Ahora, después de estos años, la gente en Muketuri saben que en el Centro Materno Infantil San José hay “niños especiales”, los que estaban escondidos y la gente no quería oír hablar de ellos. Ahora todos los niños del Kindergarten los conocen y juegan con ellos, algunos no puedan andar o hablar, otros hacen movimientos “extraños”, pero, todos sonríen y juegan, como todos los niños hacen. Se les consideran seres humanos, y, aunque su condición sigue siendo un misterio, son aceptados y sus familias ya no se sienten rechazadas.
Ha sido una camino largo y difícil, y sigue siendo un reto, estos niños crecen, algunos ya son adolescentes. Su presencia es una parte integral de la Misión, un signo concreto de la opción por acoger a los más vulnerables.
Lourdes Larruy, MCSPA.
Misión de Muketuri, Ethiopia