Si uno se adentra en uno de los edificios de la parroquia de Benga (Malawi), las probabilidades de encontrar a dos o más ancianos moviendo piedras alrededor de un tablero de madera son bastante altas. Uno se pregunta a qué juegan. Se trata del Bao, un juego tradicional de África oriental. Además de su valor cultural, la belleza del juego está en su sencillez que permire que cualquiera se una a él.
Este edificio es el centro Agogo, ayer hizo un año de su inauguración. Agogo es una palabra chichewa que significa anciano. No por casualidad, este aniversario coincide con el día de San Joaquín y Santa Ana, abuelos de Jesucristo y patronos de los ancianos.
Se celebró una misa especial para conmemorar el aniversario. En su homilía, el padre Manuel Hernández hizo hincapié en el mensaje del Papa sobre los ancianos de la sociedad, a menudo olvidados. Mientras Su Santidad nos recuerda el valor inconmensurable de los ancianos, desde la Parroquia de Benga agradecemos a quienes apadrinan a los agogos y el centro. Los abuelos son los pilares de la sociedad y de sus familias. Han puesto un enorme empeño en formar a las siguientes generaciones y, sin embargo, a menudo se encuentran olvidados en la etapa más dura de su vida.
Con el fin de contrarrestar la situación habitual de abandono, que se ve acentuada por la constante preocupación de los jóvenes por la tecnología, los estudios, el trabajo, etc., se puso en marcha el proyecto Agogo. El proyecto incluye la construcción de viviendas, distribución de alimentos y productos sanitarios, atención médica y acceso al agua y electricidad. Con todas las necesidades básicas cubiertas, la Comunidad Misionera de San Pablo Apóstol identificó la falta de compañía como el reto más duro al que se enfrentan los ancianos, de ahí el centro Agogo.
Pero, ¿qué es este centro? Es un edificio multiusos que incluye cocina, espacio de ocio, sala de fisioterapia y duchas. El centro acoge a los agogos todos los días. Suelen llegar por la mañana temprano, desayunan y se duchan. Pasan la mañana tejiendo, haciendo punto, jugando al bao, viendo la tele, escuchando música y, quizá lo más importante, hablando entre ellos o con los voluntarios. El almuerzo suele ser hacia las 12:30, y pueden descansar o realizar actividades similares a las de la mañana antes de ir a sus hogares antes de la puesta de sol. Todo el programa incluye a más de 300 personas, pero sólo las que se encuentran a poca distancia del centro pueden permitirse acudir diariamente.
La Iglesia considera a San Joaquín y Santa Ana como modelos de generosidad, devoción y amor matrimonial. Nos recuerdan constantemente que debemos honrar a nuestros abuelos y a las personas mayores en general. Ayer, unas 90 personas asistieron a la función especial en honor de los padres de la Virgen. Tras saludar a los ancianos y ofrecerles asiento, se celebró una hermosa misa presidida por el Padre Manuel Hernández. Al terminar, las celebraciones continuaron mientras seminaristas, agogos, voluntarios, hermanas y el resto de asistentes participaban en cantos y bailes tradicionales. Antes de concluir, se sirvió a todos un almuerzo mientras disfrutaban de la compañía de los demás.
La Comunidad Misionera de San Pablo Apóstol agradece a todos los que han hecho posible el proyecto, es un placer ser testigos de la alegría que produce todo este esfuerzo. El éxito del proyecto hasta ahora ha hecho crecer el deseo de mantener y mejorar el programa, que depende de que más personas se conviertan en padrinos de estos ancianos.
Por Innocent Phiri, Marcos Urgoiti y Cecilia Keller.