Voluntariado, un mes en Etiopía

11 junio 2017 Publicado por 0 comentarios sobre “Voluntariado, un mes en Etiopía”

En un lugar donde el hambre es una característica común que supuestamente, a lo largo de la historia, ha ido adaptando el metabolismo y el ADN para que los etíopes puedan sobrevivir con muy poco o con casi nada de alimentos.

La base de la alimentación etíope es el teff (Eragrotis tef), Teff significa “lo que se lleva el viento” se necesitan unas 3000 semillas de este diminuto cereal para conseguir pesar un gramo.

Con la harina del teff, después de fermentada y amasada, se produce un pan llamado injera, alrededor de la injera sobrevive la población etíope. En el Merkato pregunte a una mujer que cocia injera ¿Qué si comía de ese pan todos los días? Y me contesto que “todos los días que podía”.

El hambre o la escasez de alimentos no es sólo lo que produce desnutrición y enfermedad en la población etíope, la falta de agua potable es otro grave problema que lleva a la falta de pautas higiénicas básicas y esta a la parasitosis, a las infecciones, problemas oculares, de oídos, a padecer enfermedades de la piel y picaduras de insectos que agravan más si cabe la salud de la población etíope, especialmente en las zonas rurales.

Dice la sabiduría popular que “Dios aprieta pero que no ahoga” quizás por eso ha enviado a una comunidad de misioneras laicas, las de San Pablo Apóstol. Estas mujeres fuertes y convencidas

de que en el mundo se pueden y deben cambiar las cosas que no sean justas o equitativas, llevan a cabo una misión que a primera vista parece una misión de titanes pero que viéndolas trabajar cada día comprendes por que no se apaga la luz de la esperanza.

Con verdadero ahínco cada mañana estas mujeres se entregan a la lucha para mejorar las condiciones de miles de personas de zonas rurales de Etiopia. Abren pozos, forman a los agricultores, les proporcionan semillas y crean huertos, instalan y organizan comedores, escuelas, facilitan el acceso a la sanidad y nos permiten a nosotros, los voluntarios llegar hasta ellos con nuestros conocimientos recién estrenados, con nuestros conocimientos de Universidad Europea, aplicamos dichos conocimientos para mejorar, en lo que cabe, a la comunidad rural etíope, pero también aprendemos de ellos, de los pobladores de estas tierras como Gimbichu e Igukura de estas aldeas nos hemos traído más de lo que hemos ayudado, mucho más de lo que hemos llevado, elegimos poner en terreno la práctica de lo aprendido junto con nuestro tiempo y nuestros ahorros para poder ser solidarios y compartir parte de la abundancia de la que disponemos en occidente, pero lo más grato y sorprendente es que estas buenas gentes nos han acogido como si hubiéramos nacido allí, y me pregunto, ¿Qué hubiera sido de nosotros si hubiéramos nacido allí?, hagámonos esta pregunta y pensemos como nos gustaría que nos trataran, pongámonos en su lugar, en el lugar de esa madre que pide ayuda porque su hijo de 9 meses tiene los pies zambos (equinovaros), pongámonos en el lugar del amor, de la igualdad, porque somos iguales y sentimos de igual manera aunque el haber nacido en distinto lugar nos haga creer que somos diferentes.

Ma Ascensión Olcina Simón 21/02/2017

Tags: ,
MCSPA