La comunidad

La Comunidad Misionera de San Pablo Apóstol y María, Madre de la Iglesia es una asociación pública de fieles de la Iglesia Católica, formada por sacerdotes y laicos, hombres y mujeres, de diferentes partes del mundo.

Nuestra Inspiración Original es vivir como Cristo y sus apóstoles. Cristo llamó a hombres y mujeres a dejarlo todo para estar con él, experimentando la fe, la esperanza y la caridad, creando así vínculos de amistad permanentes entre ellos.

La Comunidad Misionera de San Pablo Apóstol y María, Madre de la Iglesia es una asociación pública de fieles de la Iglesia Católica, formada por sacerdotes y laicos, hombres y mujeres, de diferentes partes del mundo.

Nuestra Inspiración Original es vivir como Cristo y sus apóstoles. Cristo llamó a hombres y mujeres a dejarlo todo para estar con él, experimentando la fe, la esperanza y la caridad, creando así vínculos de amistad permanentes entre ellos.

El que haya dejado casas o hermanos o hermanas… por mi causa, recibirá el ciento por uno

Para nosotros la vida comunitaria es la base de nuestro crecimiento espiritual y humano. En este compartir descubrimos quiénes somos realmente, cuál es nuestra vocación y destino común, y aprendemos a olvidarnos de nosotros mismos para que Dios pueda hablar a través de nuestras acciones. 

La fe en Dios construye la confianza mutua; El amor incondicional de Cristo nos obliga a cuidarnos y querernos unos a otros sin condiciones. Es nuestra alegría encontrar hermanos y hermanas con quienes caminar en un camino que no tiene fin. “El que haya dejado casas, hermanos o hermanas… por mí, recibirá el ciento por uno” Mt 19,29

El que haya dejado casas o hermanos o hermanas… por mi causa, recibirá el ciento por uno

Para nosotros la vida comunitaria es la base de nuestro crecimiento espiritual y humano. En este compartir descubrimos quiénes somos realmente, cuál es nuestra vocación y destino común, y aprendemos a olvidarnos de nosotros mismos para que Dios pueda hablar a través de nuestras acciones. 

La fe en Dios construye la confianza mutua; El amor incondicional de Cristo nos obliga a cuidarnos y querernos unos a otros sin condiciones. Es nuestra alegría encontrar hermanos y hermanas con quienes caminar en un camino que no tiene fin. “El que haya dejado casas, hermanos o hermanas… por mí, recibirá el ciento por uno” Mt 19,29

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