Si tuviese que describir mi estancia en Muketuri (Etiopía) en una única palabra sería felicidad.
Conocí Muketuri y a las misioneras de la Comunidad de San Pablo Apóstol, el 15 de enero. Llegaba al país con cierto miedo, miedo a lo desconocido, a no encajar con la gente, y lo que he encontrado ha sido amor sin límites.
Soy dietista-nutricionista por la universidad de Valencia (España), viajé a Etiopía junto con una compañera de universidad para comenzar un proyecto sobre nutrición enfocado a mujeres embarazadas y lactantes y niños.
Durante este mes he trabajado duro al lado de muchísima gente (mujeres, niños, jóvenes, ancianos, de distintos lugares del mundo), he crecido mucho profesionalmente, pero sobre todo personalmente.
Todo este tiempo he podido vivir personalmente la providencia, como el amor y la donación a los demás tiene la fuerza necesaria para mover montañas. En Muketuri no existen dos días iguales, y todos los días se palpan los milagros. He visto en las misioneras y todo el personal que trabaja con ellas todas las obras de misericordia cumplidas, y esto me anima a querer vivir de otra manera.
Llevo una semana en Valencia y cuento los días que me faltan para volver a Muketuri, donde todo huele a injera fermentada.
Como dice Paco Moreno, a quién tuve la gran suerte de conocer, cada uno debe encontrar su lugar en el mundo
Raquel Moret.