“Papá, Mamá me voy de voluntariado”

27 mayo 2017 Publicado por 0 comentarios sobre ““Papá, Mamá me voy de voluntariado””

Nunca pensé que la mejor experiencia de mi vida empezase con un “Papá, mamá me voy de voluntariado”.

Todo empezó con unas ganas, una ilusión, una idea, con la necesidad de aprovechar el tiempo. Algo que a simple vista parecía una locura transitoria acabó consolidada en un pueblecito llamado Andode. A día de hoy no sabría deciros que fue lo que me impulso a irme de voluntariado, es algo que todavía desconozco; pero si os podría decir los millones de motivos que tengo para volver.

La experiencia de voluntariado es muy personal y cada uno la vive de una manera muy distinta, pero todos los que vamos, vamos por algo y eso es lo que nos une. ¿Si no, cómo podrían convivir trece personas totalmente diferentes en una casa? Trece personalidades, trece formas de ser y una cosa en común: el tratar de aportar ideas y trabajar en equipo para hacer que Salomón coma, Daniel sonría o ver la felicidad de los niños por hacer unas manualidades.

A mí el voluntariado me ha enriquecido como persona, me ha enseñado a vivir de otra manera. Aprendes que hay que luchar por las cosas, que hay que ser persistente, que no hay que rendirse a la primera y que con muy poco se puede ser feliz. Cuando vuelves, valoras lo que tienes mucho más y eres capaz de discernir aquello que tiene verdadera importancia, de lo que no; que por muy difícil que parezcan las cosas tienen solución.

En Andode he visto conseguir lo imposible, lo inimaginable, a base de perseverancia, esfuerzo y cooperación.

No sé quién leerá esto, pero si tú estás como mi yo de hace dos años, pensando en hacer un voluntariado y no te acabas por decidir, hazlo, vivirás tu experiencia a tu manera, pero te puedo asegurar que merecerá la pena.

Por último, agradecer a las misioneras Blanca, Pepi y Lydiah todo el interés y disposición que han puesto para que esta experiencia sea irrepetible.

Beatriz Gómez Tapia

Verano 2016

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